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Correr en medio de la tormenta

Por Mario Trota para carreraspopulares.com
Correr en la tormenta para luego disfrutar de la calma
Correr en la tormenta para luego disfrutar de la calma

Hace unos días salí a correr una tarde en mi lugar habitual de vacaciones. Es una zona de montaña baja y la temperatura no era elevada a esas horas. El cielo estaba algo nublado, pero me lancé a hacer lo que más me gusta sin pensarlo mucho. Pero cuando había recorrido un par de kilómetros por el camino cercano al pueblo, el cielo se puso más negro y se levantó algo de viento. Al rato, empezó a llover.

La lluvia aún no era muy intensa. Pensé en darme la vuelta y regresar a casa, pero creo que unas gotas no hacen daño a nadie. Y además ayudan a refrescar el ambiente, algo que tanto agradecemos en esta época del año los corredores.

Me adentré un poco más en la zona de campo con paso firme, pensando en mis cosas, sorteando piedras y alejándome de las zarzas a ambos lados del camino en las zonas estrechas. Cuando llevaba 4 kilómetros, la lluvia comenzó a caer más fuerte. Mi plan era hacer un recorrido circular de 15 kilómetros que hago a menudo, pero pensé que quizá lo mejor era volver tras mis pasos y conformarme con la mitad.

Me paré unos segundos y miré al cielo. La cosa pintaba mal, no parecía que fuera a parar en breve. De hecho, la intensidad de la lluvia se incrementó aún un poco más. En realidad no tenía miedo de quedarme “atrapado” en la montaña, porque no se trata de una zona peligrosa, está cerca del pueblo, con pistas de tierra bien marcadas y frecuente paso de vehículos de los lugareños. Pero no quería sentirme incómodo corriendo.

Contra los elementos

Entonces me di cuenta de que, en realidad, correr bajo esa tormenta de verano no era tan malo. Apreté los dientes y reanudé la marcha por el camino. Las gotas tenían fuerza y golpeaban contra mi cuerpo con dureza. Estaba ya completamente empapado. Pero no me importaba. Se estaban formando charcos y yo, en lugar de evitarlos, metía los pies en ellos salpicando como un niño.

Una tormenta puede suponer un inconveniente cuando estás corriendo. O puedes relativizar su efecto y seguir peleando contra los elementos, aumentar la precaución para no resbalar, aguzar la vista para ver mejor entre la cortina de agua y esperar con actitud positiva a que pase lo peor. Fueron apenas 10 minutos de fuerte lluvia y luego, poco a poco, fue remitiendo. Cuando llevaba casi 10 kilómetros y encaraba la pista que me llevaba de vuelta al pueblo, dejó de llover. Tres minutos más tarde empezó a clarear y el sol se fue haciendo un hueco en el cielo.

En la zona más elevada de mi ruta, me detuve y volví a mirar arriba. Las nubes oscuras habían desaparecido y las que ahora ocupaban el cielo dejaban una fina lluvia unos kilómetros más allá. Entre ellas se colaban los rayos del sol, ofreciendo un espectáculo maravilloso y creando, por encima del pueblo, de un lado a otro, un majestuoso arcoíris.

Tomé unas fotos con mi móvil y me puse en marcha para acabar los últimos cinco kilómetros con una sonrisa en mi cara. La movida tarde dejó paso a una noche totalmente despejada, con un cielo lleno de brillantes estrellas.

Es lo que tienen las tormentas de verano. Pueden aparecer en apenas unos minutos, pero en algún momento cesan y llega la calma. Seguro que pronto veremos aparecer ese arcoíris en el horizonte que nos anuncia que lo peor ha pasado.

SOBRE EL AUTOR

Mario Trota
Corredor popular


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