Los runners también tenemos síndrome postvacacional. ¿Cómo vencerlo?
Por Luis Miguel del Baño para carreraspopulares.com
El síndrome postvacacional está descrito en la literatura médica como una “sensación de apatía, falta de motivación o aumento de la tristeza que tiene lugar en períodos de vuelta a la rutina laboral tras el tiempo de ocio y descanso”. Si te fijas, es una descripción que puede adaptarse plenamente, tanto a la vuelta al trabajo y a la rutina, como a la vuelta a nuestros entrenamientos habituales de running tras el período estival. Bien sea porque en vacaciones hemos entrenado poco o porque hemos entrenado en sitios diferentes y a otros ritmos, el hecho de volver a los lugares habituales del invierno o a las rutinas más duras, nos puede provocar ese desasosiego y falta de fuerzas que caracteriza ese síndrome.
El deporte suele ser una de las medicinas que recomiendan los profesionales para poder vencer estos síntomas de apatía, pero es una medicina muy buena para gente que no tiene rutinas deportivas muy habituales y, como remarcamos, cabe la posibilidad de asociar la ‘rutina runner’ y nuestros entrenamientos habituales con una vuelta a la rutina laboral y un ‘se acabaron las vacaciones y se acabó lo bueno’, con la posibilidad de que no encontréis las fuerzas o motivación necesarias para seguir adelante.
Por suerte, ya que, aunque es una actividad que necesita que hagáis un esfuerzo, correr es una acción voluntaria que os aporta cosas positivas, esa apatía es muy fácil de vencer. Aquí van unos cuantos consejos.
Recuerda porqué corres. Corres porque te aporta cosas positivas. Vuelve a evocar esos pensamientos que tienes cuando acabas un rodaje a solas o una salida entre amigos. Te sientes bien, ¿verdad? Has hecho trabajar al cuerpo y tu mente se ha despejado. Esas sensaciones positivas se retomarán. Solo tienes que volver a ponerte las zapatillas. Así como en el ámbito laboral a veces es más complicado encontrar ese buen rollo, en el running está asegurado casi tras cada entrenamiento. Trabajamos ‘obligados’ porque nos aporta dinero. Corremos ‘voluntarios’ porque nos aporta bienestar.
En pequeñas dosis. ¿Qué te parecería poder volver a trabajar solo por las mañanas? O, mejor aún, ¿qué tal hacerlo un par de horas al día en el horario que más te apetezca? Luego, cuando pasen unas semanas, ya te irás incorporando en jornada completa. A no ser que tu jefe sea la persona más benevolente sobre la faz de la Tierra, probablemente no te lo permitan. Pero en el running tú eres tu propio jefe. No es necesario que te pongas de inmediato a trotar largas distancias como lo hacías antes del verano o en tus mejores tiempos. Si se te hace cuesta arriba, lo puedes hacer de manera gradual. Estructúrate sesiones “de menos a más”. Empieza por salidas donde corras un rato y posteriormente te tires al suelo a estirar o a hacer ejercicios que te cuesten un esfuerzo, sí, pero no se te hagan muy pesados. También puedes jugar con el número de sesiones semanales. Empieza por dos a la semana, y en un par de semanas, puedes ir subiendo con otra sesión hasta que, cuando haya pasado el primer mes o las primeras seis semanas, alcances tu velocidad de crucero.
Algo nuevo y motivador. ¿Recuerdas esa sensación de abrir un regalo? Cómprate algo nuevo relacionado con el running. Estrena unas zapatillas, una camiseta que te guste, una gorra o cualquier otra cosa. Eso te ayudará a estar más alegre y a juntar sentimientos positivos que te empujarán hacia delante para dar tus zancadas con más ánimo.
Acompaña con el entorno: la alimentación. Si en esta época de vuelta al trabajo abandonas algunos malos hábitos alimenticios y te envuelves de una alimentación sana, tu cuerpo lo agradecerá. El cuerpo responderá rápidamente a este estímulo y el ejercicio físico se verá retroalimentado. Eso sí, tampoco te machaques mucho y date algún capricho, no vaya a ser que se vuelva en tu contra y se te haga una montaña aún más grande.
Motivación: correr no es un lastre más en tu vida. Todo lo contrario, si corres es para que te aporte cosas positivas. En ocasiones, por ejemplo, nos levantamos muy temprano para ir a trotar. Esto está genial, siempre y cuando lo puedas llevar bien. Si va a ser un engorro y te va a causar más sueño o frustración en esta época de vuelta a la normalidad, ojo, porque igual estás echando demasiada leña al fuego. No fuerces horarios. Lo mismo puede ocurrir si la carrera se convierte en un impedimento para llevar una correcta vida de ocio o familiar. Si tú mismo te impides estar con tu familia o amigos porque “tienes que correr”, puede ser que te hartes en poco tiempo. Compagina esta actividad positiva para que siga siendo ocio y no te quite momentos de diversión en tu entorno vital. Seguro que encuentras tu hueco idóneo.
Es vital tener un plan. Los profesionales existen por algo. También en el running. Ellos tienen la llave a muchos de los problemas que te surgirán en este deporte. Que un entrenador o algún entendido te haga una buena planificación es importantísimo para poder evolucionar y crecer en este deporte sin que se te haga pesado o sin que tengas problemas de falta de entusiasmo. Quizás también te vendría bien juntarte a algún grupo o equipo de running. La motivación se multiplica.
Habla de ello. Los runners estamos a un paso muy corto de ser un poco pesados. Pero en esta ocasión, toca serlo. Cuando ya hayas salido un día a correr, cuéntalo. Pero cuéntalo de buen rollo. Díselo a un compañero de trabajo, a un amigo, a tu pareja o a quien quieras. El hecho de verbalizar en alto una acción positiva hace que se vuelva más firme, más realista y que te apetezca volver a hacerla. “Ayer salí a correr por fin y menos mal”, “He vuelto a correr, me hacía falta”, “Ayer hice 4 kilómetros y me encontré bien, a ver si la semana que viene hago cinco”. Son frases que refuerzan tus deseos, pero también tus acciones. Apóyate en ellas.