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Quema tus ´demonios runner´ en la noche de San Juan

Por carreraspopulares.com
¿El agotamiento es también un demonio?
¿El agotamiento es también un demonio?

La noche de San Juan está plagada de leyendas y supersticiones. La noche más corta del año es el marco perfecto para dar rienda suelta a nuestra parte más mística. Una de las leyendas más extendidas desde tiempos inmemoriales es la de que esa noche las puertas que separan nuestro mundo de otros mundos mágicos permanecen abiertas, y que las brujas y los demonios lo tienen más fácil para campar junto a los mortales.

Por eso, cada vez en más ciudades se celebran rituales, que casi siempre tienen al fuego como protagonista, que ayuden a los humanos a mantener alejados a esos malos espíritus, que podrían colarse en nuestras vidas. El fuego, cuenta la leyenda, purifica. Y por eso se usa también para quemar lo que no queremos en nuestra vida.

¿Qué podemos echar los runners a la hoguera en la noche de San Juan?

Las lesiones. Sin duda, el demonio más odiado entre los corredores, populares o profesionales. Estar lesionados supone perdernos días de entrenamiento, dejar de hacer lo que nos gusta o quedarnos sin esa carrera que nos hacía ilusión correr. Cuando el demonio de las lesiones entra en nuestra vida runner, salen casi todas las cosas buenas. Para mantener alejado a este indeseable es recomendable, no sólo quemarlo en la hoguera sino llevar un plan de entrenamiento y de recuperación adecuado a nuestros objetivos y nivel de entrenamiento, así como visitar periódicamente a nuestro fisioterapeuta.

¿Lesiones? ¡A la hoguera con ellas!
¿Lesiones? ¡A la hoguera con ellas!

La obsesión por las marcas. Se trata de un demonio con dos caras. Por un lado, querer bajar marcas y tener un buen rendimiento es uno de los objetivos que perseguimos al correr y no tiene nada de malo. Sin embargo, como todo, en exceso es perjudicial. Si en cada carrera que hacemos tenemos al lado al diablillo diciéndonos que cada vez corramos más rápido, es posible que no disfrutemos del resto de cosas. Por lo tanto, lanza a la hoguera a la obsesión por los tiempos en el momento en que eso te haga perder de vista las razones por las que empezaste a correr.

Los cabreos en carrera. En una carrera pueden pasar cosas que nos hagan tener una mala experiencia, y a veces se derivan de un comportamiento inapropiado de los demás. Pero hay un demonio por ahí que nos hace correr de mal humor y expresarlo cuando alguien se nos cruza, cambia el ritmo, nos da un codazo sin querer al pasar o, simplemente, pasaba por allí cuando se nos cruza el cable. A veces ese cabreo nos sale de lo más hondo y nunca está muy razonado. Nos apuntamos a las carreras para divertirnos, no para cabrearnos. ¡A la hoguera con los cabreos!

Los tramposos. Estos son demonios ajenos a nosotros, pero nos dan muchas ganas de arrojarlos al fuego. No literalmente, claro, no queremos quema a ningún corredor. Pero sí a su forma de comportarse. Compartir las calles de una ciudad con alguien que falsifica el dorsal, que se lo deja a alguien más rápido para que le haga una marca concreta o que se lleva más de una medalla al finalizar “como recuerdo” no es nada agradable. Ojala pudiéramos hacer un exorcismo con los que se comportan de esa manera y tendríamos una carrera más limpia y más respetuosa con todos. También los que tiran envases o botellas fuera de los contenedores deberíamos meterles en este grupo.


En definitiva, queremos alejar de nosotros todo aquello que nos hace dejar de disfrutar del running. Esos demonios que, en mayor o menor medida, se interponen entre nosotros y nuestra capacidad de sacar lo mejor de nosotros. ¿Qué demonios quieres quemar?


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