Congelaciones y otros daños en la Yukon Arctic Ultra 2018 ¿merece la pena?
Por carreraspopulares.com
La semana pasada fue noticia la crónica de una de las carreras más duras del planeta. La Yukon Arctic Ultra, calificada como “la más dura y fría”, recorre 430 millas (692 kilómetros) en la provincia de Yukon (Canadá), a temperaturas de -40 grados de media. La distancia larga dispone de 13 etapas, mientras que también hay opciones “cortas” de 300, 100 millas y maratón. En parte por mantener la épica, pero también por mantener la seguridad de los participantes, la organización ya avisa de que “situaciones que normalmente no son una amenaza, durante un duro invierno en Yukon pueden convertirse en un peligro mortal. Por favor tened esto en cuenta siempre y leed con atención la información que acompaña a la inscripción.”
Entre las normas de la carrera está el material obligatorio, pensado para resistir las condiciones más extremas, y que el participante debe cargar consigo todo el tiempo: luz frontal con batería suficiente, mechero, cerillas en compartimento estanco, esterilla, saco de dormir aislante, chaqueta de al menos 400g, tienda de campaña, silbato, brújula, estufa de butano, comida para al menos 48h o una pala para avalanchas son algunas de las cosas que se necesitan para participar. Los corredores de la distancia ultra hacen uso para ello de un pequeño trineo del que tiran todo el tiempo. La falta de alguno de estos materiales en los puntos de control puede resultar en descalificación.
El equipo de dirección de carrera también puede determinar la descalificación de aquellos competidores que manifiesten signos de cansancio extremo, deshidratación o enfermedad. Está permitido dormir o comprar comida en los puntos asignados como control.
Frío extremo en la edición de 2018
Todas estas medidas de seguridad cobran sentido cuando el clima decide ponerlo aún más difícil. En la edición de este año las temperaturas llegaron a bajar de los 50 grados negativos. La primera decisión de la organización fue suspender la carrera de 430 millas, dejando la de 300 como la “prueba reina” de este año. 23 valientes tomaron la salida, en una condiciones tan extremas que hicieron que la prueba acabara neutralizada en el sexto día de carrera, con sólo uno de los participantes, el sudafricano Jethro De Decker, en activo. El resto tuvo que abandonar, gran parte de ellos en el primer cuarto de la carrera, debido a la imposibilidad de hacer frente al frío y ante el riesgo severo de congelación.
Como recoge la web carreraspormontana.com , uno de los participantes Roberto Zanda podría perder los pies debido a la congelación, al haber tenido que quitarse las botas durante el recorrido. Según sus propias palabras, recogidas por esta web: “Mi chaqueta es un bloque de hielo y no tengo tiempo para secarlo. Todavía faltan cientos de kilómetros y puede ocurrir cualquier cosa. Paso la noche dentro del saco, aunque sin dormir para masajear los pies y que la sangre circule. Es un trabajo mental”.
Sólo un finisher y más de 22 abandonos son un bagaje demasiado duro incluso para “la carrera más dura y fría del mundo”. Por supuesto, de las dieciséis ediciones, este ha sido el año más extremo por las condiciones. No es habitual que una carrera de este tipo deje secuelas de ese tipo, ya que además la organización toma serias medidas para aceptar en las distancias más largas solo a gente que ha demostrado que es capaz de resistir físicamente el desafío.
Sin embargo, es inevitable pensar, en el momento en que ha sucedido algo como esto si no estamos llevando demasiado al extremo nuestras ganas de ponernos a prueba y de resistir condiciones extremas. Está claro que estas pruebas son sólo para aventureros que llevan una trayectoria a sus espaldas, y que saben que pueden aguantar las condiciones más duras. A cambio, pueden disfrutar de entornos que muy pocos vamos a poder contemplar. Estamos ante los exploradores del siglo XXI. ¿Te lanzarías a una aventura de este tipo?