El uso de las mascarillas en el corredor
Por Francisco Gilo (1943 - 2024) para carreraspopulares.com
Esta novedad, en el momento actual, puede ser un inconveniente para el corredor. Si hablamos de deporte/salud, el corredor se hará a un ritmo que le permita cumplir con las medidas básicas impuestas por las autoridades sanitarias; sin embargo, en el deportista competitivo resulta más difícil llevar a cabo esta norma de uso.
El uso de las mascarillas en años anteriores ha sido de uso exclusivo para alérgicos, también en caso de una elevada contaminación, con el peligro que ello conlleva. Lo cierto es que hay una gran mayoría que apuesta por sacar producto al deporte que practica.
Es evidente que la efectividad de la mascarilla se centra en frenar la expansión de la transmisión del Covid-19, reteniendo las gotículas de cada individuo. La principal vía de transmisión de la gripe humana es la que se produce a través de las gotitas de Pflügge originadas al hablar, toser o estornudar por la persona infectada alcanzando posteriormente las mucosas oral, nasal o conjuntival de un nuevo huésped.
La transmisión de gotitas ocurre cuando una persona está en contacto cercano (dentro de 1 m) con alguien que tiene problemas respiratorios, síntomas (por ejemplo, tos o estornudos) y, por lo tanto, corre el riesgo de tener sus mucosas (boca y nariz) o conjuntiva (ojos) expuesta a gotitas respiratorias potencialmente infecciosas.
La transmisión también puede ocurrir a través de fómites en el entorno inmediato alrededor de la persona infectada. Por lo tanto, la transmisión del COVID-19 el virus puede ocurrir por contacto directo con personas infectadas y contacto indirecto con superficies en el entorno inmediato entorno o con objetos utilizados en la persona infectada (por ejemplo, estetoscopio o termómetro).
La idea principal de la mascarilla es la de retener el posible contagio de uno mismo a otros ciudadanos, ya que los que hace es retener las partículas de sudor y las bacterias que podríamos desprender al exhalar.
Sin embargo, no todas las mascarillas son adecuadas para salir a correr a la calle. De gran ayuda para los deportistas sería el hecho de que dichas mascarillas sean reutilizables y con posibilidad de ser lavadas, ya que el sudor y la suciedad que se pueden acumular tras una hora de carrera a pie son bastante significativas.
El uso de mascarilla durante el entrenamiento puede tener su interés desde el punto de vista de la prevención. No olvidemos el efecto limpiaparabrisas ya descrito.
Las adecuadas serán tipo FFP2 o superior, como en este caso el de la capacidad de permitir el paso de la cantidad de aire requerido sin necesidad de esfuerzo extra.
La mascarilla deberá tapar nariz y boca, llegando hasta el mentón, siendo ideal que disponga de varias válvulas filtrantes ya que no sólo son más adecuadas desde el punto de vista de la prevención de infección, sino que admiten mayores flujos de paso y su lavado posterior al uso.
La sensación de restricción al flujo va a existir siempre que se interponga cualquier barrera entre nosotros y el aire exterior. Eso es algo que tenemos muy observado desde los laboratorios de esfuerzo, donde se utilizan máscaras para poder medir los gases respirados.
Estas tienen una limitación al flujo a partir de aproximadamente los 250 litros/minutos, a lo que muy pocos deportistas de alto nivel podrán llegar en situación de esfuerzo máximo. Sin embargo, una cantidad no despreciable de pacientes/deportistas se quejan e incluso abortan la valoración por referir esa sensación de falta de aire incluso ante esfuerzos relativamente bajos.
Aun así, al uso de mascarilla durante la actividad física se le puede sacar un beneficio colateral, que es el del entrenamiento de la musculatura respiratoria por tener que realizar ese pequeño, pero regular, esfuerzo extra.
Las mascarillas para correr y hacer deporte van a pasar a ser uno de los accesorios que tengamos que llevar en nuestros entrenamientos durante bastante tiempo. Si queremos estar protegidos, no basta con cualquier mascarilla de tela que nos tape la boca.
Hay que tener en cuenta factores: como la comodidad o ajuste de la mascarilla, la salivación, el esfuerzo percibido, la temperatura corporal y su regulación, etc.
Estudios recientes sugieren que la transmisión de COVID-19 al hacer ejercicio, al aire libre, es bastante baja (a menos que nos encontremos entre grandes multitudes, como una carrera popular, por ejemplo). Aun así, la mascarilla y el distanciamiento social seguirán siendo los consejos de salud óptimos durante mucho tiempo.
Restricción del aire:
Una mascarilla facial puede dar lugar a una resistencia a la respiración según su grosor: si la boca y la nariz están totalmente cubiertas, hay una evidente limitación del aire, algo que en el momento de realizar deporte puede ser incómodo y reducir el rendimiento.
Por otra parte, las mascarillas en general se humedecen rápidamente con cada inhalación, las cuales se van haciendo más intensas a medida que también aumenta la intensidad del ejercicio. Esto, a su vez, reduce la eficacia de las mismas mascarillas: a los microorganismos, y sobre todo a los virus, a quienes les gusta la humedad.
La sudoración.
Una mascarilla facial usada durante el ejercicio da lugar a la creación de una especie de microclima cálido y húmedo alrededor de la cara. Se trataría de una “mini sauna” en la parte inferior de la cara, gracias en parte a la respiración, pero también a las secreciones nasales y la sudoración.
Llevar una mascarilla facial por la noche no es algo cómodo: la mitad de los participantes no podían dormir a causa de sus secreciones nasales, aumentadas por el microclima creado por la mascarilla facial.
Las mascarillas faciales pueden provocar que las gafas se empañen, una incomodidad a tener en cuenta si se sale a hacer deporte al aire libre. En este caso, los estudios sugieren realizar un lavado con agua y jabón a las mismas gafas antes de usarlas.
Tipos de mascarillas con sus respectivas protecciones:
- Mascarillas higiénicas y mascarillas quirúrgicas: Son desechables, NO evitan el contagio, pero sí evitan transmitir el virus.
- Mascarillas FFP2 y FFP3 sin válvula: Algunas son reutilizables y lavables, SI evitan el contagio, SI evitan la transmisión.
- Mascarillas FFP2 y FFP2 con válvula: Algunas se pueden reutilizar y lavar, SI evitan el contagio, NO evitan la transmisión.
La mascarilla ideal debe ser FFP2 (o N95, KN95) o FFP3 sin válvula. Esta característica es esencial, y muchas marcas deportivas no la cumplen, avisando que su producto “no es un EPI” (equipo de protección individual) o “no está homologado”.
Además, todos estos filtros tienen un tiempo óptimo de duración, y no pueden están reutilizándose para siempre; en el ámbito sanitario dicho uso estándar ronda las 8 horas, pero haciendo ejercicio y con exposición a la humedad continuada se desconoce si dicho tiempo se reduciría.
Por su parte, el tejido debería ser transpirable y de microfibra, evitando el algodón para hacer ejercicio, dada su facilidad para humedecerse y absorber sudor. Eso sí, los tejidos basados en el algodón sí están recomendados en general para hacer mascarillas caseras, pero no para hacer ejercicio en particular, como correr, montar en bicicleta o hacer deporte al aire libre.
Las máscaras anticontaminación no son efectivas contra virus
No son eficaces para evitar la transmisión y el contagio de cualquier virus, como es el caso del coronavirus o la gripe. Las válvulas están contraindicadas en estos casos, pues no evitan que uno mismo pueda transmitir la infección a otra persona de forma inconsciente.
Lavar o cambiar una mascarilla para correr
Hay que diferenciar dos factores clave: El tejido en el que está fabricada la propia mascarilla.
Y el filtro y protección para la que está homologada.
Las protecciones FFP2 y FFP3 hacen referencia a la capacidad de filtración de la mascarilla, y estos filtros no son lavables; lo que sí puede lavarse es la misma mascarilla y su tejido textil, pero no los filtros como tal.
Muchas marcas están empezando a fabricar mascarillas con filtros intercambiables.
De todo lo dicho se deduce que correr en grupo y sin mascarilla, no es viable hasta haber conseguido la erradicación de la pandemia. Curiosamente el confinamiento abre una ventana a la descontaminación, de tal manera que, si se va haciendo la desescalada de una forma gradual, podemos beneficiarnos, al menos temporalmente, del clima que se respira estos días.