La magia del pebetero desde 1928
Por Carlos Domingo para carreraspopulares.com
Si bien el recorrido de la antorcha por el mundo es posterior, en la edición de los Juegos Olímpicos de 1928 se recuperó una tradición de los Juegos de la antigüedad. Una tradición que ha llegado hasta nuestros días y que ya es todo un referente y uno de los momentos más esperados por el gran público y las organizaciones: el encendido del pebetero.
EL FUEGO ROBADO DE PROMETEO
Todo lo que gira en torno al olimpismo está envuelto en un halo místico. Todo recuerda a los dioses o héroes de la mitología griega. Al mismo tiempo el fuego siempre ha ocupado un lugar preferencial dentro de la historia de la humanidad en cualquiera de sus culturas.
En el caso de la antigua Grecia se decía que Prometeo había robado la sabiduría de las artes junto con el fuego a Hefesto y Atenea para regalárselas al hombre. Una llama eterna presidía los principales templos de la época y también lo hacía a las puertas de Olimpia. Un fuego puro que se conseguía, y lo sigue haciendo, mediante una skaphia –espejo parabólico que enciende fuego mediante el calor concentrando los rayos de luz-.
TRES MESES DE LLAMA OLÍMPICA
El 17 de mayo de 1928 tuvo lugar la inauguración de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam . Un estadio construido ex profeso por el arquitecto Jan Wils para la celebración de este evento y que aún a día de hoy conserva el encanto de los primeros años de competición. A las puertas del recinto se erige una columna que recibe al espectador por la puerta principal y fue precisamente sobre ella donde estuvo ubicado el primer pebetero de la nueva era. Los neerlandeses recuperaron esta vieja tradición que a día de hoy cada organización guarda con celo hasta el momento del encendido inaugural.
Esta edición de se alargó hasta el 12 de agosto del mismo 1928, lo cual obligó a mantener encendida la llama tres meses. Unos meses en los que se acababa de recuperar una tradición que terminó por añadir mayor emotividad a un evento emotivo ya de por sí. Amsterdam entró así en la historia del deporte en aquel año, y no solo por la llama si no por la readmisión de Alemania tras la Primera Guerra Mundial, la apertura del atletismo a las mujeres, el hecho de que Grecia abriese el desfile y los anfitriones lo cerrasen o incluso las primeras medallas logradas por países asiáticos. Pero eso dará sin duda para otras historias.
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