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¿Te obsesiona el running? Controla tu afición antes de que ella te controle a ti

Por carreraspopulares.com

Cuando empezamos a correr ni se nos pasa por la cabeza que nos podamos llegar a enganchar a esto. Bastante tenemos con salir con vida de los intentos de carrera que hacemos al principio. Respirar al mismo tiempo que hacemos avanzar los pies nos parece demasiado reto como para creer que lo vamos a dominar y, además, que vamos a acabar disfrutando con ello.

Pues no sólo lo disfrutamos, sino que podemos acabar siendo adictos a la zapatilla. No es que se trate de una adicción de la que mantenernos alejados. Pero si logramos mantener la afición en límites razonables, acabaremos convirtiéndola en nuestro estilo de vida.

Lo normal es que vayamos pasando por fases. Al principio, sólo nos interesará aumentar poco a poco la distancia o el tiempo que podemos estar corriendo. Pronto, si la cosa va bien, empezaremos a pensar en estrenarnos en una carrera de 5 o de 10 kilómetros. Cuando pasen los meses o años, y tengamos la distancia dominada, pensaremos que podemos correr más rápido. Para ese momento, ya estaremos enganchados y no poder salir a correr será, para muchos, un suplicio. El estado más avanzado es el de aquellos corredores o corredoras que sólo pueden pensar en correr más lejos y más rápido cada día. Sabremos que hemos superado el límite cuando nos preocupemos más por el tiempo de los demás que por el nuestro, o cuando en una conversación solo hablemos de nuestros logros. ¿No os ha pasado encontraros con alguien que, sin ni siquiera preguntarnos qué tal nos ha ido la carrera, empieza a contarnos sus tiempos y sus próximas hazañas?

Una obsesión es algo, por definición, negativo. No sólo porque nos acaba condicionando todo lo que hacemos, sino porque puede llevarnos a tener conductas reprochables, que para nosotros pueden llegar a estar justificadas. En el intento por bajar marcas, nos enfadamos si hay corredores que salen por delante de su cajón, gruñimos cuando tenemos que adelantar a alguien en carrera o recortamos partes del trazado porque “total, está mal medida la carrera”.

¿Es sana una conducta obsesiva hacia el running? En algunos círculos profesionales se empieza a hablar de “runnorexia”. Muchas veces, volcamos en el deporte algunas de nuestras frustraciones personales, profesionales o familiares. Podemos tener un trabajo que no nos motiva, o no encontramos a nuestra pareja ideal. Son factores que no siempre dependen de nosotros. En cambio, corriendo, parece que somos dueños de nuestro destino. Conseguir metas es -relativamente- sencillo. Por eso nos sentimos tan bien que queremos seguir teniendo esa sensación de superioridad y de cumplimiento de objetivos. Sin embargo, visto desde fuera, el corredor obsesionado por las marcas es alguien con quien no nos sentimos cómodos. Alguien que busca el halago o la admiración de los demás. O todo lo contrario: alguien que ni se acerca a los otros porque está demasiado ocupado en sus marcas.

Y entonces, nos habremos cargado todo lo bueno que nos aporta el running. Superar retos y dificultades nos hace ser mejores profesionales y mejores compañeros. Pero obsesionarnos con ello hará que dejemos de prestar atención a lo demás, y entraremos en una espiral de la que es difícil salir y, lo que es peor, arrastraremos con ella a nuestros amigos y compañeros de fatigas.


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