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1870-1890: la era dorada de la marcha atlética

Por carreraspopulares.com

Las carreras de marcha atlética datan de hace algunos siglos. Según la web de la IAAF , se celebran desde los siglos 17 y 18, cuando los señores más pudientes tenían sirvientes que les acompañaban a pie mientras ellos se desplazaban en sus coches de caballos. Tal era el estado de forma de estos sirvientes que la aristocracia pronto empezó a apostar si sus lacayos serían capaces de superar a los demás en determinadas carreras, algunas de las cuales duraban varios días. Como deporte, empezó a popularizarse a mediados del siglo XIX.

Fue en el último cuarto de dicho siglo cuando las competiciones de marcha se empezaron a hacer populares en Inglaterra, gracias a varios atletas que consiguieron grandes logros que llegan hasta nuestros días. El deporte de la marcha llenaba recintos deportivos, siendo uno de los entretenimientos más habituales en la creciente clase media de finales de siglo. Las competiciones eran verdaderos “tour de force”, donde sus participantes ponían al límite las capacidades de sufrimiento del ser humano. Las gestas se contaban por días y por cientos de millas recorridas.

Dos hechos pueden ser destacados como los que dieron comienzo a la fiebre por las carreras de marcha, uno en cada continente. Por un lado, en Estados Unidos, Edward Payson Weston, un reportero del New york Herald, ganó 10.000 dólares por cubrir las 1.136 millas (1.828 kilómetros) que separaban Portland de Chicago en 30 días en 1867. El furor que empezó a desatar estas competiciones llevó a la construcción de circuitos cerrados en diversas comunidades donde se disputaba el honor de ser la persona que más distancia era capaz de caminar sin parar. Las apuestas sobre estas competiciones, sin duda, hicieron florecer aún más el negocio.

Por otro lado, en el Reino Unido se empezó a producir una generación de marchadores que empezaban a asombrar al mundo. Charles Rowell (alias la “Maravilla de Cambridge”) fue uno de ellos. Expoleado por el magnate John Astley, poseedor de un circuito de carreras que se alargaban durante 6 días y 6 noches, decidió competir en ellas por el trofeo de Campeón del Mundo de Larga Distancia. Los premios no eran nada despreciables: Rowell llegó a ganar 20.000 dólares (más de un millón al cambio actual) al superar las 500 millas en una competición. No tardó en verse las caras con el héroe americano Weston. El 22 de septiembre, Rowell ganó por 15 millas, haciendo un total de 530 en esos 6 días de competición. Más tarde llegaría a hacer 550 millas.

Pero estos tiempos palidecieron con la llegada de George Littlewood, quien se hizo con el récord con 623 millas en 139 horas y 59 minutos ,todavía un record hoy en día. Rowell mantiene hoy el record de las 300 millas, en 58h17:06. A su muerte, Rowell no consiguió retener sus ganancias, muriendo en la pobreza tras perder su fortuna apostando en las carreras de caballos.

En 1904, las carrera de marcha apareció en las olimpiadas, con una distancia de media milla, pero como parte de una competición con más pruebas, una suerte de precedente del moderno decathlon. En 1956 se introdujo la distancia de 20 kilómetros marcha masculinos en el programa olímpico. Las marchadoras no se estrenaron en esta distancia en las olimpiadas hasta Barcelona 92.


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