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Correr por la arena: beneficios y riesgos

Por Luis Miguel del Baño para carreraspopulares.com

Bien sea porque vives cerca de la playa y, de vez en cuando, te gusta trotar por la arena o porque este verano te acercarás a la costa y no vas a dejar pasar esa sensación única, debes tener cuidado. La arena es un excelente terreno para parte de nuestro cuerpo, pero puede ser una pequeña trampa para otra parte.

Te animamos a que corras por la arena. Los beneficios existen, pero, como todo, hazlo con moderación.
Si no lo conviertes en una rutina habitual, podrás aprovechar las cosas buenas y evitar las que te perjudiquen.


Beneficios

Menor impacto. El terreno que pisas es mucho más blando que cualquiera al que estés acostumbrado. Esto, a ritmos bajos y controlados que eviten los hoyos o zonas irregulares, te puede ser beneficioso ya que el impacto en el cuerpo es mucho menor.

Mayor gasto energético. Esto podría ser tanto una cuestión a favor como en contra, pero como suponemos que tus entrenamientos por la arena no serán excesivamente largos, piensa que, como es más complicado que correr por un terreno firme, quemarás más calorías. Así que, planifícate bien tu entrenamiento en arena, no te vayas a quedar sin fuerzas.

Fuerza y rodaje, 2x1. Correr por la playa exige más a nuestros músculos. Nuestros pies se hunden más y deben volver a subir. Es por ello que cualquier rodaje también tiene una pequeña dosis de entrenamiento de calidad o fuerza. Fortalecerá tus tobillos e incluso gemelos y cuádriceps.

Ambiente. Mira a tu alrededor. Es temprano, tienes el mar a tu lado con su poder relajante. La naturaleza está de tu parte, no hay tráfico rodado. No cabe duda que el entorno es ideal para que tu mente y tu espíritu se relajen. Si a ello le añades un buen fajo de endorfinas que te proporciona el entrenamiento, es insuperable.

 

Riesgos

La inclinación. La orilla de la playa siempre tiene una ligera pendiente. Esto, lógicamente, no es bueno para nuestro cuerpo, ya que forzaremos más los músculos de una parte del cuerpo que de la otra. En ese sentido, lo ideal es que corras primero en un sentido y luego en el otro para no sobrecargar demasiado los músculos de una de tus caderas o tobillos. Pero aún así, trata de evitar las pendientes excesivas ya que nos obligan a una pisada poco natural.

El terreno blando. Igual que puede ser un punto a favor, también lo puede ser en contra si nos encontramos alguna zona excesivamente laxa. Nuestro tendón de Aquiles, tobillo y gemelos pueden sufrir si se hunden en exceso y se vuelven a levantar continuamente.

Ojo al ritmo. No intentes ir a ritmos excesivos porque no rendimos igual que en el asfalto. Es más costoso desplazarse por estas zonas y podrías fatigarte si te exiges demasiado.

Zapatillas, sí. A no ser que sea un trote muy ligero y de no mucha duración, te recomendamos que lo hagas con zapatillas. La arena de la playa esconde conchas o restos marinos que en manos de un niño son un gran tesoro pero en la planta de tu pie pueden ser peligrosos.

Calor y sol. A pesar de tener el mar a tu lado, te recomendamos que en verano madrugues para correr por la orilla. Evitarás riesgos con el calor y el sol, que en ese lugar es inevitable, no te dañará. Además, a esa hora todavía no habrá muchos castillos construidos, con lo que te encontrarás pocas sorpresas en tu recorrido.

Aprovecha esos entrenamientos en la arena para que te aporten cosas positivas.

 

 

SOBRE EL AUTOR

Luis Miguel del Baño
Periodista


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