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Deportes de riesgo: cruzar la calle durante una carrera

Por carreraspopulares.com
Cruzar una carrera puede ser más peligroso que el Amazonas

Desde la prehistoria del running hay un hecho que suscita polémica en cada carrera que se celebra por las calles. Y que, salvo contadas excepciones, es difícil de evitar. En él intervienen dos personas, cada una desde una posición distinta, pero con un objetivo común: llegar a algún lado. Mientras que los corredores nos esforzamos durante muchos kilómetros por llegar a la meta de la carrera en cuestión, los peatones tienen un objetivo más “cercano”, que es la acera de enfrente. Aunque en la práctica vemos que no es tan fácil llegar a un punto de acuerdo.

Como corredores ya sabemos las consecuencias del intento de cruzar la calle por parte de algunos peatones. Siempre es igual: mientras se desarrolla la carrera, alguien en un lado de la calle toma la decisión de pasar al otro lado y, tras unos momentos de dudas, toma la decisión de hacerlo por entre los corredores, causando, en el mejor de los casos, los gritos de los atletas, reclamando que tenga cuidado. En el peor de los casos, este intento de cruzar termina con un tropezón o “atropello” y con alguno de los dos, o ambos, en el suelo, con el riesgo de hacerse además bastante daño por la velocidad que el corredor lleva.

Pero vamos a intentar hacer el ejercicio de ponernos en el lugar de esa persona que intenta cruzar. Vamos a pensar que, en realidad, esta persona tiene un muy buen motivo para querer cruzar al otro lado. Es evidente que la situación es peligrosa, que esta persona pone en riesgo su integridad para conseguir llegar al otro lado, con lo cual lo mínimo es que el motivo que le mueve a hacerlo valga la pena. Ante esta situación, muchos runners no pueden evitar hacer comentarios como “Para ir a comprar el pan podrías esperarte unos minutos” y cosas así. Pero ya que no conocemos la realidad, vamos a pensar que hay una buena razón para esa acción.

El mayor problema viene en el momento de la ejecución, y es que aquí hay diferentes formas de encararla, algunas de ellas realmente peligrosas. En primer lugar, está el de la persona que toma todas las precauciones posibles, que mira a uno y otro lado antes de hacer nada. Esta persona espera el tiempo necesario hasta que ve el momento adecuado para hacerlo y, llegado ese momento, corre hacia el otro lado lo más rápido que puede. Esta es la mejor forma de hacerlo, pero aún así puede llegar a causar molestia a algún corredor, sobre todo si se trata de las partes delanteras de la carrera, donde los corredores van más rápidos.

Una versión “pro” del cruza-carreras es el que, además, corre en diagonal, en el sentido de la carrera. De esta manera, consigue sacar una ventaja adicional sobre la velocidad de los corredores, teniendo más tiempo para encontrar el hueco para cruzar. Este nivel “pro” es más habitual entre corredores que ese día están viendo la carrera.

Pero luego están aquellos que cruzan como si no estuviera pasando una carrera por delante. Aquellos que, igual que si se hubiera puesto el semáforo en verde, agachan la cabeza y se van para el otro lado sin mirar quién viene ni a qué velocidad. Esta es la forma más peligrosa de hacerlo, la que obliga a los corredores a modificar su ritmo o su trayectoria y la que puede acabar con un accidente. Peatón, si nos estás leyendo: por favor, no cruces de esta manera por una carrera. Te estás poniendo en peligro y hay mejores formas de llegar a tu objetivo.

Como excepción, pero también presente en las carreras, está el peatón que no sólo cruza sin cambiar su velocidad, sino que además increpa a los corredores como si ellos tuvieran la culpa. Sabemos que es una de las polémicas de las carreras urbanas, y que hay peatones que están en contra de que les corten las calles por las que van a pasar. Si pudiéramos hablar con ellos, les explicaríamos que hay espacio para todos y que nuestra intención no es estropearle una mañana de domingo, sino disfrutar de esas mismas calles antes de que minutos más tarde los coches se adueñen de ellas.

Es una convivencia difícil, lo sabemos. Pero visto que es un fenómeno que sigue sucediendo, lo mejor es que las dos partes nos impliquemos para que sea lo menos traumática posible. Los corredores debemos ser más comprensivos y, siempre que podamos, facilitar la maniobra sin reducir nuestro ritmo en la medida de lo posible. Y, para los peatones, pediríamos que sean más pacientes y que tengan en cuenta que el momento de las carreras es un momento especial para nosotros, el cual puede verse estropeado por su decisión de cruzar la calle.


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