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Por qué no debemos correr con fiebre

Por María Jesús Núñez para carreraspopulares.com
No se debe correr con fiebre
No se debe correr con fiebre

La fiebre es una temperatura corporal elevada. Se considera alta si es supera los 37,8º. La fiebre no es mala. Es un recurso del cuerpo para combatir una infección interna. Puede ser un resfriado o una gripe, una infección de vías respiratorias, una bronquitis, por ejemplo, o una infección gastrointestinal.

La mayoría no son graves y mejoran solas. Pero sí que podemos tomar fármacos, como paracetamol o ibuprofeno, para bajar la fiebre. Aunque no siempre son necesarios. Si hay una infección bacteriana tendremos que utilizar antibióticos.

La fiebre suele ir acompañada de escalofríos, con sudoración excesiva por la noche. Y tenemos que pensar que hay una patología subyacente. La fiebre nos dice que está sucediendo algo. Sentimos rigidez en los músculos y picos de temperatura.

¿Qué nos provoca la fiebre si corremos? Puede causar mialgias, es decir, molestias musculares. Y cómo es frecuente que vaya acompañada de infecciones respiratorias, nos generará una limitación de la ventilación pulmonar, un menor consumo de oxígeno y, por tanto, un menor rendimiento.

Cuando tenemos fiebre lo mejor es descansar
Cuando tenemos fiebre lo mejor es descansar

Más efectos negativos

Correr con fiebre también nos afecta a la coordinación, al equilibrio y a la percepción de esfuerzo. Todo es diferente. La capacidad física se ve mermada. Además, estamos difundiendo la infección por todo el organismo a alta velocidad, con el riesgo de afección miocárdica. En determinadas situaciones, puede provocar arritmias, como fibrilación auricular o cardiopatías.

Si nos encontramos en una situación febril debemos descansar, reponernos y en una semana retomar los entrenamientos de forma progresiva. También es importante reponer los electrolitos y minerales tras la fiebre alta. Tomar caldos de verduras nos ayudará a reponerlos. El malestar y el cansancio propios de la convalecencia desaparecerán.

En el caso de los catarros sin fiebre, la situación es algo diferente. Se genera un mucosidad incómoda pero no limitante. Deberemos acomodar los entrenamientos a la falta de respiración por la nariz y reduciremos la intensidad.

SOBRE EL AUTOR

María Jesús Núñez
Directora Médica de Healthing

www.healthing.es


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