¿El ganador es Oro?
Por Carlos Domingo para carreraspopulares.com
El objetivo de todo deportista olímpico es colgarse un oro al cuello. Una medalla que le distingue como el mejor y que otorga a su poseedor unos honores que le acompañan por el resto de sus días. Pero esto no fue así desde el principio. Cuando los Juegos Olímpicos vieron la luz por primera vez en la era moderna en la edición de Atenas 1896 el campeón no se colgaba un oro. Esta es la historia del metal más deseado.
Olivo, laurel... y una manzana
Que los Juegos están basados en los campeonatos de la antigua Grecia no es nada que vayamos a descubrir. Es de sobra conocido el deseo del Barón Pierre de Coubertin de recuperar este evento tan especial a finales del siglo XIX. En aquellos años de toga y poca ropa – los atletas competían desnudos- el honor de los ganadores era lo principal. El orgullo de haber sido el más rápido o el más fuerte era lo que todos buscaban.
En aquellos años de esplendor helénica no había medallas. Esos metales colgados al cuello fue algo añadido varios cientos de años después. En esa época de creencias divinas y narraciones épicas las distinciones a los mejores deportistas no pasaban de ramas de olivo y laurel... o una manzana. Todo ello recibido en el templo del propio Zeus al que eran llamados para la entrega de tales obsequios. Pero sin duda todo era poco cuando se trataba de gloria y honor, esto sí era lo realmente importante para los protagonistas en los Juegos de Olimpia. Aún a día de hoy nos han llegado narraciones épicas de aquellas carreras en las que se recuerda a grandes competidores ensalzados prácticamente a nivel de héroes nacionales.
Plata que era oro
Pese a que las medallas no fueron doradas en los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna sí había preseas que reconocían a los mejores. Este fue uno de los grandes cambios con respecto a los Juegos antiguos. El honor, la gloria, y algo material que reconociese a los más destacados. La primera de ellas fue entregada al triplista estadounidense James Connollyel 6 de abril de 1896. Así se convirtió en el primer campeón olímpico 1503 años después de haber coronado al último y el primero en recibir una presea... de plata y una rama de olivo. La plata reconoció a los campeones en la primera edición de Atenas, medalla con las imágenes de Zeus a un lado y Nike, diosa de la victoria, y la Acrópolis de Atenas al otro. El segundo clasificado la recibió de bronce junto con una rama de laurel.
Cuatro años después París fue la sede olímpica. Aquel año 1900 fue un año especial para la capital francesa. La Exposición Universal en aquellos años era el momento delucirse de cara al mundo, un evento que era capaz de cambiar por completo las ciudades, de hecho fue entonces cuando la Torre Eiffel se erigió como monumento de referencia de la ciudad del Sena. Pero no solo eso, aquel año tocaban Juegos y allí se desplazaron multitud de deportistas con la intención de lograr lo máximo representando a sus países. ¿Medallas de oro? No. En esta ocasión los mejores recibían diplomas y trofeos. Medallas rectangulares se entregaron a algunos vencedores pero en ningún caso doradas.
Y llegó San Luis
Atenas y París recuperaron el tan añorado espíritu olímpico. Pasaron los años y la idea loca de Coubertin fue tomando forma. Entonces, en 1904, llegó la edición de San Luis. El área metropolitana más grande del estado de Misuri en los Estados Unidos albergó los terceros Juegos y se vivió un giro, el más importante hasta el momento, que iba a marcar esta competición hasta nuestros días.
Esa fue la edición en la que se utilizaron por primera vez tres medallas para honrar al primer, segundo, y tercer clasificado. Además el campeón dejó de recibir plata y se pasó al oro. El orden de los metales ha llegado hasta nuestros días y simboliza las tres Edades del Hombre. Filósofos y poetas griegos como Hesíodo, Ovidio o Platón ya hablaron de estas edades que se creía eran por las que había pasado la humanidad desde su creación. Así, y basándose en ellas, se entregó la medalla de oro al vencedor simbolizando el tiempo de los dioses, la plata al segundo simbolizando el tiempo de la juventud, y por último el bronce para el tercero simbolizando el tiempo de los héroes y las guerras. Así mismo dejaron de ser rectangulares como lo habían sido cuatro años antes para ser redondas ya que una medalla de dorada y circular era la máxima distinción que recibía un comandante de tropa militar en los Estados Unidos.
Curiosa historia esta de las medallas, algo que tal vez muchos crían que estaba fijado en los primeros estatutos olímpicos pero que en realidad ha ido sufriendo variaciones con el tiempo