Escucha a tu cuerpo ¿qué quieren decir estas señales?
Por carreraspopulares.com
Correr no es una ciencia exacta. Y menos si pensamos que para realizarla usamos una de más máquinas más fiables, pero más impredecibles del universo: el cuerpo humano. Por más que nos conozcamos a nosotros mismos, y que nos planifiquemos, es muy difícil que dos entrenamientos, o dos carreras, nos salgan exactamente igual. Cualquier cambio en nuestra rutina, tanto en carrera como en el día a día, va a influir en el desarrollo de la actividad deportiva. Por eso es muy importante prestar atención a las señales que nos da el cuerpo. Porque en ocasiones, una pequeña molestia hoy, puede convertirse en una lesión mañana.
¿Qué señales nos puede mandar el cuerpo de que algo no está funcionando como debe, y cómo podemos distinguirlas de un simple mal día?
Molestias y dolores
Algo habitual, cuando corremos, es que alguna parte de las piernas nos duela. Pero no te dejes llevar por la falsa creencia: correr no tiene que doler. Hay runners que dicen que siempre que corren tienen algún dolor y que es normal, ya que correr es una actividad agresiva para las articulaciones. La realidad es que el ejercicio (cualquier ejercicio bien realizado) es bueno para el desarrollo y protección de nuestro sistema locomotor. Por eso, debes prestar atención a qué te duele y con qué intensidad. Si sales a correr y de repente te empiezan a molestar, por ejemplo, los gemelos, puede ser síntoma de muchas cosas. Tal vez no has calentado correctamente y el músculo está adaptándose a una intensidad más alta del ejercicio. En ese caso debes reducir el ritmo, incluso parando a estirar si el dolor persiste. Si estás desarrollando una pequeña contractura, se puede convertir en algo más grave si no le prestas atención. Generalmente, la sobrecarga de ciertas partes de la pierna está provocada por un desequilibrio en otra parte del cuerpo. Por ejemplo, si corremos con tensión en la parte superior del cuerpo, se puede acabar transformando en molestias en los isquiotibiales. No pienses que un dolor en una parte de tu pierna está provocado por un problema en esa parte, puede ser sólo el reflejo de otra cosa.
La indicación es que no sigas corriendo si varios días tienes un dolor que aparece mientras corres. Lo mejor, que te vea un fisio y te diga qué grado de gravedad tiene la molestia y te ayude a aliviarla. Si notas molestias en rodillas o algún músculo una vez finalizada la actividad deportiva, puede ser que no estés estirando bien o que has aumentado de golpe el volumen de entrenamientos. Intenta cambiar estas dos cosas y, si persiste, ve a que te lo trate un especialista.
Pérdida de fuerzas
Si lo que te ocurre es que, al realizar los mismos entrenamientos que otros días, tienes resultados peores o que te cuesta más acabarlos, debes estar alerta. Si es un día puntual, piensa en si hay algo que te pueda haber afectado: un día duro de trabajo, haber dormido menos, una comida pesada a mediodía... Si acumulas varios entrenamientos en los que no te acabas de “encontrar”, y no detectas nada externo que te pueda estar afectando, la explicación puede estar en la propia motivación. Intenta algún cambio de rutina, variando los entrenamientos o haciendo algún entrenamiento cruzado (bici, natación, elíptica), para volver a recuperar las ganas de correr. Si con esto tampoco cambian las sensaciones, deberías hacer repaso de tus objetivos de la temporada. ¿Tienes un objetivo que te presiona, o por el contrario no tienes uno en el horizonte que te motive?
Molestias estomacales
Este debería ser el más fácil de detectar. Si tenemos molestias estomacales, a la fuerza debe estar la explicación en la alimentación. Si lo que te ocurre es que te aparecen mientras corres, lo primero que tienes que variar es lo que tomas antes de entrenar. Prueba a no ingerir sólidos en las dos horas antes al entreno. También es importante que las comidas del resto del día no sean pesadas. ¿Has cambiado de isotónico o estás tomando algún medicamento que te pueda afectar al estómago? Intenta encontrar qué te lo está provocando, haciendo pruebas con tipos de alimentos en la previa a cada entrenamiento. Eso sí, recuerda que no es buena idea cambiar tu alimentación drásticamente sin seguir los consejos de un profesional de la nutrición.
Mareos o visión borrosa
Si te ocurre esto, lo primero: párate. No tiene sentido seguir corriendo con esta sensación y puedes acabar haciendote daño. Correr con mareos no es normal, es que pasa algo. Lo más habitual: deshidratación. Busca agua o algún isotónico que te ayude a reponer sales y todo debería volver a la normalidad. Si no se remedia, lo mejor es que dejes el entrenamiento o la carrera para otro día. También es posible que una mala digestión, o el estrés, nos hayan provocado esa situación. No te arriesgues: si te notas mareos, no sigas corriendo. Relájate, tomate esa tarde o mañana “libre” e inténtalo al día siguiente. Lo mejor muchas veces es no darle vueltas a algo. Como hemos dicho al principio, somos una maquinaria muy complicada.