Exito y fracaso, caminos hacia el aprendizaje
Por David Roncero para carreraspopulares.com
Cuando no cumplimos nuestro objetivo, lo vemos como un fracaso
¡Cómo nos gusta tener éxito! Y vaya bluff fracasar, ¿verdad?
Entrenamos durante meses para esa gran carrera que siempre hemos tenido en mente. Nos cuidamos físicamente, cumplimos el plan de entrenamiento, el día antes comemos sano y nos acostamos pronto. El día de la carrera nos plantamos en la línea de salida con todo listo y ¿qué ocurre?
Existen dos posibilidades: que crucemos la meta habiendo cumplido el objetivo, bien sea este sencillamente acabar la carrera o bien sea acabar por debajo de un tiempo concreto. La otra posibilidad es que ni siquiera lleguemos a meta y nos retiremos o que no paremos el crono por debajo del tiempo deseado. El primer caso podría ser calificado de éxito y el segundo tachado de fracaso.
Cuando tenemos éxito en nuestros objetivos, solemos energizarnos e impulsarnos para seguir adelante, para volver a calzarnos las zapatillas, para comernos el mundo. Todo ha salido bien, todo ha ido sobre ruedas así que parece que con repetir los mismos pasos que cuando el resultado es satisfactorio basta. La cosa cambia cuando en lugar de tener éxito, asociamos el no conseguir nuestros objetivos con haber fracasado.
No alcanzar los objetivos tiene su lado positivo y, por lo tanto, los fracasos deben ser también celebrados. Si al cruzar la meta en lugar de fustigarnos y martirizarnos nos centramos en ver qué no hemos hecho bien, qué aprendizaje hay detrás de lo ocurrido, habrá valor en lo ocurrido. En este caso, la no consecución de objetivos pasa de ser fracaso a ser un resultado más. Puede parecer un simple asunto de nomenclatura, sin embargo, ¿qué sensación es más pesada, un fracaso o un resultado? Desde luego parece que cargar con un fracaso es más duro. El hecho de percibir todos los resultados como válidos, abre la posibilidad a aprender de todos ellos, tanto los que han terminado de forma satisfactoria como los que no. De hecho, aquí se abre una doble puerta al aprendizaje.
De un fracaso también se puede obtener un aprendizaje
Objetivos
El éxito, además de surgir de un objetivo cumplido tiene tras de sí muchas cosas que hemos hecho bien y, además de celebrarlo, hemos de revisar qué hemos hecho bien para seguir haciéndolo. Tras el éxito, también se esconden perlas de aprendizaje ya que de todas las cosas que hacemos para conseguir nuestros objetivos, siempre hay alguna podríamos haber hecho de manera diferente para mejorar el resultado. La celebración del éxito puede ser valiosa para reafirmar aquello que hemos hecho bien, así como reforzar lo que podríamos haber hecho de otra manera para siguientes metas.
El hecho de dejar de percibir la no consecución de nuestros objetivos como un fracaso para verlo como un mero resultado, hace que podamos celebrar y revisar de forma despegada todo aquello que nos ha llevado a no conseguir los objetivos. La pregunta que puede surgir en este caso es: si ningún resultado es un fracaso ¿qué lo es? Si todos los resultados, sean éxito o no, son una oportunidad de aprendizaje entonces todo aquello en que se obtenga un resultado deja de ser un fracaso. ¿Qué es entonces un fracaso? Pues todo aquello que no produce ningún resultado, no intentarlo, no hacer nada. De ahí no hay aprendizaje, no hay mejora, no hay ningún beneficio.
¿Qué resultado percibiste como fracaso del que podrías haber aprendido algo?
David Roncero Domínguez, Profesional en Desarrollo personal
www.davidroncero.es
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