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4 consejos para que te diviertas corriendo rápido

Por carreraspopulares.com

Un debate interesante, ¿no crees?

Sabemos que batir marcas es emocionante. Que llegar a la línea de meta de una carrera, mirar el crono y saber que has sido tu versión más rápida de la historia es una sensación inigualable. No todos corremos por batir marcas y por supuesto no lo hacemos en todo momento. Pero no negarás que tú también lo has sentido. Ahora bien: ¿es divertido correr rápido?

Porque cuando queremos batir marcas, no hay otra opción: hay que correr más rápido que nunca. Y también hay que entrenar rápido. Correr rápido cuesta. Hay que dar zancadas más largas o más frecuentes. O las dos cosas. También aumenta nuestro pulso, la respiración se hace más frenética. En ocasiones, hasta nos cuesta pensar con claridad. ¿No te pasa, casi siempre que corres rápido, que quieres pararte desde el minuto uno? ¿Y que sólo si tienes una motivación muy fuerte podrás seguir a ese ritmo, que es lo que necesitas para bajar tus marcas?

Hay cosas que no podemos evitar, como el que nos “duela el alma” después de unas series rápidas. Pero a veces, es cuestión de cambiar la forma de ver las cosas, de encararlas mentalmente. Pero ya que estamos en esto de correr para disfrutar, ¿qué tal si intentamos no pasarlo mal cuando corremos rápido?

 

1. No mires el reloj

Una de las cosas que más estrés nos generan es querer ir en todo momento al ritmo que tenemos planeado. No hacerlo nos lleva a frustrarnos y a coger pequeños enfados que hacen que la experiencia sea poco agradable o tensa.

Tratar de no mirar el reloj a cada segundo es una forma de liberarnos de presión añadida. Céntrate en tus sensaciones y no quieras ir de forma matemática al ritmo marcado. También, ten en cuenta que el reloj que llevas en la muñeca no es el instrumento más preciso del mundo y que la velocidad que te marca “en tiempo real” es pocas veces real. Si tu reloj tiene la opción de marcar el ritmo medio del segmento en lugar del ritmo en cada momento, tendrás una mejor referencia para corregir tu velocidad. Piensa que se trata de acostumbrar a tu cuerpo y mente a correr a un ritmo. Si para llevar el ritmo dependes de un reloj, estarás cumpliendo tu objetivo a medias. Si te fijas en los entrenadores o los atletas profesionales, ellos saben con precisión milimétrica a qué ritmo están corriendo. Han aprendido de sus sensaciones y no necesitan un reloj que se lo diga. Ese debería ser tu objetivo.

2. Concéntrate en tu cuerpo

Relacionado con lo anterior, saber la sensación que provoca en nuestras piernas ir a velocidad alta nos ayudará a asimilar mentalmente lo que estamos haciendo. Si tienes un ritmo objetivo, intenta correr a ese ritmo varias veces por semana, aunque sea un poco nada más. De esta forma, tu cuerpo y tu cabeza estarán sincronizadas y sabrán exactamente cómo comportarse cuando llegue el gran día.

No es necesario que sean muchos metros. Tal vez un minuto es suficiente. Intenta disfrutar el proceso. Siente cómo tus caderas imprimen fuerza a las piernas, cómo los músculos de la parte posterior estiran y repliegan la pierna en cada zancada. Intenta imaginar la longitud de cada zancada e imagina mentalmente que siempre mantienes la misma cadencia. Inventate una canción que siga esa cadencia, crea tu propio ritmo.
 

3. Juega con la velocidad... pero con cabeza

Sólo a medida que vayas ganando fuerza muscular y resistencia vas a poder entrenar más rápido y más distancia. Pero no intentes hacerlo el primer día.

No trates de ponerte a máxima velocidad desde el principio de cada entrenamiento. Aprovecha el calentamiento para ir entrando mentalmente en lo que tienes que hacer. Deja atrás el estrés del día y poco a poco ve ganando velocidad hasta que tu cuerpo esté preparado para el entrenamiento. Hacer “el bruto” sólo puede traer lesiones.

Cuando tengas tu “ritmo de crucero” controlado, intenta aumentarlo o reducirlo en algunos tramos, corriendo 5-10 segundos por encima o por debajo de tu ritmo. Se trata de que interiorices las diferentes velocidades. De esta forma, tu cabeza sabrá cuándo te estás exigiendo un poco más y no lo pasarás tan mal cuando tengas que ponerte a máxima velocidad.

4. Ten claras tus motivaciones

Y, lo más importante, quítale importancia. Bajar tiempos es algo que nos imponemos nosotros mismos. Conseguirlo tiene que ser un motivo de satisfacción, pero no hacerlo no debe serlo de frustración. Algunas veces nos habremos equivocado en el objetivo o en el entrenamiento, pero en cualquier caso, ponernos presión por un objetivo que nadie nos ha pedido es una carga innecesaria.

Intenta verlo de esta forma: si no vuelves con alegría de cada entrenamiento, es que no ha merecido la pena. No es que no tengamos que sufrir a veces, pero hacerlo por sistema o por obligación le quita la gracia a todo esto. ¿No crees?


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