Boughera El Ouafi, de campeón olímpico al olvido y la pobreza
Por Luis Blanco para carreraspopulares.com
Es una historia que se ha repetido demasiadas veces quizá, pero no por ello deja de llamarnos la atención. Un atleta alcanza el éxito y se convierte en héroe en su país, pero años después, lejos de los focos de la competición, pierde el rumbo de su vida y nadie se acuerda de él.
Es lo que le pasó al campeón olímpico de Maratón de 1928, en los Juegos se celebraron en Amsterdam. Boughera El Ouafi se impuso en la distancia reina de la cita olímpica, aunque no llegaba como favorito, en un maratón marcado de nuevo por el calor y las malas condiciones de los lugares por los que transcurría la prueba.
El maratón comenzó poco después de las tres de la tarde del 5 de agosto de 1928. Un total de 69 atletas se situaron en la línea de salida, representando a 23 países diferentes. A pesar de las condiciones, muy similares a las de Juegos Olímpicos anteriores, solo abandonaron 12 maratonianos, muy lejos de los porcentajes de retirados de 1924, en París, por ejemplo, donde acabaron la mitad de los que se pusieron en la línea de salida.
En aquellos Juegos Olímpicos de París también había participado El Ouafi, donde acabó en séptima posición en el maratón. Había nacido el 15 de octubre de 1.898 en Ouled Djellal, en la Argelia ocupada por Francia. Por tanto, corría como atleta francés. Se unió al ejército muy joven y uno de sus superiores reconoció sus buenas cualidades atléticas. Así que le envió a participar en unos juegos militares, donde cosechó muy buenos resultados. Posteriormente se clasificó para acudir a los Juegos Olímpicos de 1924.
Maratón olímpico de 1928
Tras su séptimo puesto en la prueba parisina, El Ouafivivió en Francia, trabajando para la empresa automovilística Renault, y centrándose en preparar su participación en los Juegos de 1928. En Amsterdam, con 29 años y una gran forma física, pudo imponer su superioridad, aunque la carrera estuvo muy abierta hasta el tramo final.
En el kilómetro 37 un grupo de cinco corredores, entre los que se encontraba El Oufafi, lideraba la carrera. En ese momento, el estadounidense Joie Ray lanzó un ataque, pero fue alcanzado por el japonés Kanematsu Yamada. El Ouafi consiguió escapar del resto del grupo y superar a Yamada y Ray, que habían pagado su esfuerzo anterior, poco antes de entrar en el estadio para ganar con un tiempo de 2.32.57. El chileno Manuel Plaza y el finlandés Martti Marttelin completaron el podio.
La de Boughera El Ouafi fue la primera victoria francesa en maratón desde 1900. También la primera medalla de oro de un atleta nacido en territorio africano. Su victoria le otorgó un estatus de héroe nacional y un amplio reconocimiento en el ámbito deportivo mundial.
Tras los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, el atleta viajó a Estados Unidos, para intentar explotar su buen estado de forma y su fama deportiva. Allí, El Ouafi viajó por varios estados y participó en carreras de todo tipo, enfrentándose incluso a animales, como haría posteriormente el mismísimo Jesse Owens. Allí también conoció a grandes estrellas del cine, como Maurice Chevalier o Johny Weissmüller.
Pero, como contaría a la prensa francesa su sobrina años después, El Ouafi no se encontraba cómodo participando en aquellas competiciones y, aunque no hablaba mucho de ello, se sentía avergonzado de haber corrido incluso en circos. Y él era un atleta de verdad.
Expulsión del atletismo y olvido
Así que regresó a Francia, donde se encontró con una desagradable sorpresa: la Federación de Atletismo francesa le prohibió volver a competir por su país por haber ganado dinero corriendo. Recordemos que en aquella época, los atletas no podían ser profesionales, algo que tardaría muchos años aún en cambiar.
Así que El Ouafi se alejó del atletismo y se convirtió en un francés de origen argelino anónimo más en París. Primero viviendo en la zona de Saint Ouen y trabajando durante muchos años para la empresa francesa Alstom (entonces Alsthom) como pintor de pistola.
Luego se trasladó a Stains, también en París, donde además sufrió un accidente de coche. Finalmente acabó viviendo con su hermana y la familia de ésta. Con el dinero que había ahorrado abrió una cafetería, aunque el negocio no le fue bien. Su vida transcurrió totalmente anónima durante casi tres décadas, hasta 1956.
Aquel año, otro corredor francés de origen argelino ganó en los Juegos Olímpicos de Melbourne una medalla de oro en maratón. Se trataba de Alain Mimoun, que al fin se imponía en una prueba a su eterno rival Emil Zatopek (aunque el checo corrió mientras se recuperaba aún de una operación y acabó sexto).
Un periodista francés decidió entonces buscar al otro franco argelino que había conseguido la misma gesta 28 años después, y logró encontrar a El Ouafi en París viviendo en medio de la pobreza y en un estado físico muy delicado.
Pocos años después, en 1969, a punto de cumplir los 61, Boughera El Ouafi murió en un tiroteo en una cafetería. Aún hoy hay muchas teorías sobre el incidente, pero la más probable es la que dice que el atleta murió a manos del Frente de Liberación Nacional argelino, que le mató por haber rechazado unirse a su causa contra la colonización francesa.