¿Disfrutas más entrenando o compitiendo?
Por Chema Martínez Pastor para carreraspopulares.com
Hay un dicho que se atribuye a diferentes atletas profesionales, que dicen que prefieren “sufrir entrenando para disfrutar compitiendo”. En el caso de los corredores populares, no es que haya que llegar a esos extremos, pero es cierto que, si nos quedamos con la parte más lúdica del running (otro día hablaremos del sufrimiento), podemos encontrar diferentes formas de disfrutar del running, que van asociadas, sin duda, a la personalidad de cada uno.
Una cosa está clara, es que si corremos y seguimos haciéndolo durante mucho tiempo, es porque disfrutamos haciéndolo. Hay cosas que nos gustan menos que otras, está claro. Y también hay momentos en los que no queremos correr, que abandonamos entrenamientos, o que simplemente todo nos sale torcido, nos lesionamos... Pero ahí seguimos. ¿Qué es lo que te engancha de correr?
Están, por un lado, los que disfrutan cada vez que se ponen las zapatillas. Generalmente se trata de personas que llevan algún tiempo corriendo y han pasado ya de todo. Tuvieron su época de apuntarse a todo lo que se movía, pero también han estado un tiempo sin ponerse un dorsal. Se trata de los compañeros perfectos, porque aprovechan cualquier ocasión para correr con los demás, sea un entrenamiento exigente, un trote suave o participar en una carrera del barrio. Este es el ejemplo al que todos nos deberíamos encaminar, ya que el running debería ser una fuente de satisfacción siempre.
Pero claro, tenemos nuestros momentos para probarnos y mejorar nuestras marcas. Podríamos decir que al principio estamos “buscando nuestro sitio en el running”. Probamos planes de entrenamiento, nos apuntamos a carreras buscando bajar nuestra marca, cambiamos cosas en nuestra alimentación... En definitiva, queremos experimentar qué se siente en muchas circunstancias. Lo que sucede es que llega un momento en el que si queremos mejorar los tiempos, toca exigirse un poco más. Y para mejorar la mayoría de las veces hay que sufrir un poco. Siguiendo el dicho que encabeza el artículo, si sufrimos entrenando, lo lógico será que las carreras nos empiecen a salir mejor y podamos conseguir los objetivos con menos esfuerzo. Cuando hablamos de sufrir, que no se entienda por pasarlo mal, acabar con dolor excesivo o con ganas de irnos a casa. Simplemente, basta con esa sensación de salir de la zona de confort. De apretar los dientes y exigirnos ese poquito más que pensábamos que no podíamos dar. Si aplicamos esa dosis sufrimiento a los entrenamientos, el cuerpo nos lo agradecerá respondiendo mejor a los esfuerzos. Por eso, el esfuerzo del entrenamiento hoy se convertirá en disfrute el día de la carrera, porque con menos esfuerzo se consiguen los resultados deseados. Podemos correr levantando la cabeza y siendo más conscientes de lo que está pasando.
En el extremo contrario están los que entrenan dejándose llevar, sin entrar en umbrales que podríamos considerar exigentes. Simplemente se dedican a cubrir el expediente, sin dar un poco más de lo que tienen. Estos corredores, cuando llega la carrera en la que quieren cumplir su objetivo, se ven obligados a sacar los dientes porque el cuerpo no está tan adaptado a ese nivel de exigencia. En estos casos, no quiere decir que no puedan conseguir su objetivo, pero lo acaban haciendo por la vía de la obstinación o, como también se le conoce, el célebre “por mis c...”. El problema es que se pueden enfrentar a frustración en el caso de que el cuerpo les diga “basta” o si no cumplen lo que tenían pensado.
Y por último, podemos encontrar a una especie más rara de corredores, que podemos calificar como los “eternos sufridores” que, hagan lo que hagan, siempre van a tope y no saben regular para disfrutar un poco, sea entrenando o corriendo. Como ya hemos visto en otros artículos escritos por entrenadores, sabemos que esta no es la forma de conseguir resultados. Pero qué le vamos a hacer, los corredores tenemos formas muy diferentes de entender el disfrute...