Shizo Kanakuri, el atleta desaparecido y el maratón más largo de la historia
Por Luis Blanco para carreraspopulares.com
El 14 de julio de 1912 se celebró la prueba de maratón de los Juegos Olímpicos de Estocolmo . El sudafricano Kennnet McCarthur fue el vencedor y su marca (2.36.55) se registró como nuevo récord olímpico, a pesar de que la distancia de la carrera era casi dos kilómetros menor que la de los juegos previos, en Londres.
Un total de 68 corredores tomaron la salida y solo llegaron a la meta 35. Como era habitual en aquellos tiempos, los complicados circuitos por descuidadas carreteras de tierra, la falta de preparación de muchos atletas y las poco adecuadas indumentarias que vestían y calzaban, hacía de estos maratones una dura experiencia. Muy pocos eran capaces de terminar y algunos, además, acababan en el hospital.
Desgraciadamente, en aquel maratón un participante perdió la vida. Fue el portugués Francisco Lázaro. Se desplomó inconsciente en el kilómetro 30 y falleció un día después. Su temperatura corporal había alcanzado los 41 grados y tenía evidentes síntomas de deshidratación.
Y es que aquel día hacía mucho calor para correr un maratón en Estocolmo. La temperatura superaba los 32 grados. Y esa fue una de las razones por la que tantos maratonianos no alcanzaron la meta. Uno de ellos fue el japonés Shizo Kanakuri, que, a pesar de ello, pasó a la historia del atletismo como el corredor que más tiempo tardó en acabar un maratón.
Los orígenes
Pero contemos la historia desde el principio. Kanakuri era un buen corredor y llegaba a Estocolmo como uno de los favoritos. Apenas unos meses antes, en noviembre de 2011, había realizado una marca de 2.32.45 en maratón, que suponía un récord del mundo en aquel momento. Pero no se pudo certificar porque la distancia real que corrió Kanakuri no se midió de manera oficial.
No obstante, en su país era considerado un gran deportista y acudía a la cita olímpica con muchas opciones de hacer algo importante. Además, era la primera vez que Japón participaba en unos juegos. Kanakuri era uno de los dos representantes de ese país, junto a Mishima Yahiko, que corría en pruebas de velocidad.
Las cosas empezaron a ir mal desde que los dos deportistas comenzaron su viaje hacia la capital sueca, una travesía que duraba cerca de tres semanas y que implicaba tomar barcos y trenes, entre ellos el mítico Transiberiano. Un viaje muy cansado que obligaba a los atletas a estar encerrados la mayor parte del tiempo. Para mantener la forma, Yahiko y Kanakuri corrían en la cubierta del barco o en la estación del tren durante las paradas.
Una vez en Estocolmo, Yahiko enfermó y su compañero tuvo que cuidarle. Además, la comida sueca no tenía nada que ver con la gastronomía japonesa, algo que tampoco ayudó a Kanakuri en la preparación previa al maratón. A esto debemos sumar que el maratoniano no bebía líquido durante la carrera, porque pensaba que la transpiración le provocaría más cansancio. Por cierto, aún no hemos dicho que el atleta tenía tan solo 20 años cuando participó en el maratón de Estocolmo.
La carrera
Con todos estos precedentes, no es de extrañar que Kanakuri tuviera que retirarse a mitad de carrera aquel 14 de julio de 1912. En ese momento pasaba por una casa en la que varias personas celebraban una pequeña fiesta. Extenuado y deshidratado, se detuvo y pidió algo de beber. Después de una hora de descanso, el atleta japonés decidió no continuar en la carrera. Tomó un tren de vuelta a Estocolmo y se encerró en el hotel hasta su viaje de regreso a Japón.
Kanakuri se mostraba avergonzado y su orgullo estaba herido por no haber conseguido su objetivo de cruzar la meta y no quería encontrarse con nadie. El problema fue que no avisó a los responsables del maratón, que, desde aquel momento, le dieron por desaparecido en la carrera. Temiendo que pudiera haberle ocurrido algo grave, alertaron a la policía, que le buscó sin ningún resultado.
Cuando llegó a Japón, Kanakuri no se alejó del atletismo. Al contrario, se implicó más que nunca en este deporte. Entre otras cosas, jugó un papel fundamental en el desarrollo de una importante carrera de relevos Ekiden e impulsó la prueba de maratón en su país. Unos años después de su experiencia en Suecia, fue seleccionado de nuevo para participar en la distancia en los Juegos Olímpicos de 1916, pero la I Guerra Mundial impidió su celebración.
Sí que acudió a los Juegos de 1920, en Amberes, donde acabó en decimosexto lugar, y en los de 1924, en París, donde de nuevo tuvo que retirarse antes de acabar. Ese mismo año dejó su carrera deportiva para dedicarse a la docencia como profesor de geografía.
Oficialmente desaparecido
A pesar de su participación deportiva internacional y de su actividad pública en Japón, en Suecia aún se hablaba del “maratoniano perdido”. Se le seguía considerando de manera oficial como una persona desaparecida. Hasta 1962. Ese año, un periodista sueco descubrió que Kanakuri seguía vivo. El Comité Olímpico de Suecia cambió entonces sus datos sobre los juegos de 1912 para que el japonés apareciera en la lista de “retirados” en el maratón de aquel año.
Pero el destino tenía una sorpresa preparada para Kanakuri. En 1967, un grupo de empresarios que intentaba conseguir fondos para los atletas olímpicos que iban a viajar el año siguiente a los Juegos de México, tuvieron una idea. Invitaron al corredor japonés a Estocolmo y le propusieron que terminara el maratón que dejó a medias en 1912.
Kanakuri aceptó y, a sus 67 años, recorrió los kilómetros que dejó sin completar décadas atrás, algo que fue recogido por las cámaras y debidamente publicitado por el grupo de empresarios suecos. De forma simbólica, se estableció entonces un tiempo oficioso para el maratón olímpico del atleta japonés.
Había cruzado la meta 54 años, 8 meses, 6 días, 5 horas y 32 minutos después de haber tomado la salida aquel 14 de julio de 1912. El maratón más “lento” de la historia. Aunque de manera oficial, evidentemente, Kanakuri aparece en los registros olímpicos como DNF (Did Not Finish - No Finalizó).
Shizo Kanakuri falleció en 1983, a los 92 años de edad, considerado uno de los padres del maratón en Japón y homenajeado en la carrera Ekiden que ayudó a fundar hace un siglo, ahora una de las más importantes del país nipón.