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CORRIENDO POR LOS PUERTOS MÍTICOS (XVII): Lagos de Covadonga

Por Jorge González de Matauco para carreraspopulares.com

Si Covadonga tiene un lugar preeminente en la historia de Asturias por la particular escaramuza de Don Pelayo contra los musulmanes que dio el banderazo de salida a la llamada Reconquista, la entrada en la leyenda de la subida a los Lagos de Covadonga tiene un sabor solo un poco menos añejo y pintoresco.

Corría la década de los ochenta y la Vuelta Ciclista a España buscaba una cima icónica capaz de rivalizar con las ascensiones más renombradas de las otras grandes vueltas ciclistas. Fue entonces, en 1983, cuando se incorporó al recorrido la cumbre asturiana, que muy pocos conocían hasta esa fecha. Dio la casualidad de que, además, para acrecentar el magnetismo, la edición de la Vuelta de 1983 fue la primera en la que los finales de etapa se retransmitieron en directo por televisión.

Los más nostálgicos pueden encontrar en YouTube la subida a los Lagos de aquel año. Resulta interesante volver a ver el vídeo para rememorar cómo se hacían las retransmisiones deportivas de la época, con qué carencia de medios y con qué comentarios tan curiosos. En la voz del narrador, los que en aquel año se bautizaron erróneamente como los Lagos de Enol, van pasando sucesivamente a ser Lagos de Hinault, Lagos de Machín y, finalmente, Lagos de Marino Lejarreta, el vencedor final, y cuando entrevistan a este en la meta le dicen que es líder, luego que no y después que ya veremos. Realmente daría para escribir mucho, pero no es ese el tema que nos ocupa. Lo que realmente cuenta es que, a raíz de esa retransmisión, todo el mundo del deporte quedó absolutamente prendado de la belleza natural del lugar y del hechizo que irradiaba.

Con posterioridad, muchas han sido las visitas de la Vuelta a los Lagos de Covadonga y, poco a poco, quizá por esa sana rivalidad que se ha entablado con el Angliru por erigirse en la cima más mítica de la geografía española, se ha puesto de moda afirmar que la subida no es tan dura y que no hace diferencias. Quien realice este comentario, doy fe de que no ha subido a los Lagos ni en bicicleta ni corriendo ni siquiera andando, sino, en todo caso, en coche o en moto.


Nuestra subida

El pasado 5 de junio, 150 atletas nos congregamos junto al parking de El Repelao, justo en la entrada al Parque Nacional de los Picos de Europa, con el objetivo de completar los 13 kilómetros que nos separaban de los lagos, una ascensión con una pendiente media del 6,9% y un desnivel positivo de 911 metros.

La primera edición de esta subida pedestre tuvo lugar en 2014, cuando se impuso el atleta leonés Jorge Manuel Pérez, estableciendo por tanto el primer récord de la prueba, con un tiempo de 56 minutos 14 segundos. En 2015 la carrera no llegó a disputarse por problemas para encontrar una fecha adecuada.

El tiempo va a ser el gran protagonista de la carrera. Desde el viernes por la tarde (fui testigo directo) la niebla ha ocultado los lagos y toda la subida, y los participantes en la Clásica Cicloturista Lagos de Covadonga, que se disputa el sábado, un día antes de la carrera pedestre, incluso tuvieron que soportar una persistente llovizna, el orballo característico de estas tierras. El domingo no llueve, pero la niebla no ha desaparecido. Los más optimistas piensan que arriba despejará antes, pero no es esa la impresión que se obtiene desde el valle.

Arranca la prueba

Así que, a las nueve y media de la mañana, se lanza la prueba. Después de unos cuantos metros surge la primera imagen reseñable, la de la basílica de Covadonga y la cueva de la Santina elevándose majestuosamente entre los árboles y el promontorio rocoso, un lugar que corre el peligro de perder pronto su significado, si no lo ha hecho ya, por la
afluencia de las masas de turistas, pero que aún recupera todo su encanto cuando por las tardes se vacía de visitantes.

Pero no hay mucho tiempo para detenerse en pensamientos, porque después del kilómetro 1 y del cruce que precisamente nos aleja de Covadonga, la carretera se empina abruptamente entre bosques frondosos, y las piernas y pulmones comienzan su particular viacrucis.

Aunque Bernard Hinault comparó la subida a los Lagos con el Alpe d´Huez, a mí las agotadoras e interminables rectas de estos primeros kilómetros me recuerdan más al Mont Ventoux, particularmente dos rampas extenuantes situadas justo antes de llegar al mirador de los Canónigos. Al paso por el mirador, la pendiente afloja por unos cuantos metros para reanudarse con fuerza inmediatamente después.

Unos kilómetros después nos acercamos a la Huesera, el tramo más famoso de la subida a Lagos de Covadonga. Una señal de tráfico informa de que la pendiente alcanza el 15% y comienza una recta infernal que termina con mis fuerzas. Veo otros que pueden correr incluso en este tramo tan duro, aunque uno de los atletas más rápidos me comentó que había tenido que caminar en uno de los posteriores. En la Huesera, ya fuera del bosque, se debería ver una amplia panorámica de pastizales, pero la niebla es muy espesa, lo que, mirando el lado positivo, viene bien para no percatarse de lo que aún queda de subida. Una serie de revueltas permiten alcanzar un primer llano y, a continuación, el mirador de la Reina.

El tramo final

Lo más duro está hecho, me dicen, observando cómo cojeo por un dolor en el gemelo. Lo cierto es que llega otra parte muy dura, pero ya he desistido de correr en las rampas. Justo en el kilómetro 10 empieza la primera bajada importante, unos 500 metros que dan paso a otro repecho de consideración, prologado con una señal de tráfico que indica pendientes del 13%.

Es el último obstáculo, después se inicia un largo descenso que concluirá en la meta, en el parking de Buferrera. Debería verse el lago de Enol, como antes deberían haberse visto las casetas de los pastores. Pero nada parece haber, solo la silueta de alguna vaca resalta entre la niebla. Termino en medio de la premiación con una contractura en el gemelo derecho que tendrá su repercusión en el próximo capítulo de esta serie. Jorge Manuel Pérez ha repetido victoria, aunque sin conseguir batir su propio récord, y Lucía Ibáñez se ha impuesto en categoría femenina. La bajada de los corredores en autobús es puntual y ordenada, aunque casi más épica que la subida, con cabras que se cruzan en la carretera y coches que han de maniobrar para dejarnos paso en una vía tan estrecha.

Subir a los Lagos y no ver los lagos, esa es la contradicción que nos tocó en suerte, o en desgracia, a los participantes en esta segunda edición de la subida a Lagos de Covadonga. Si hubiéramos tenido otro tiempo, como el que disfrutaron en la primera edición, habríamos contemplado tal vez uno de los rincones más paradisíacos de la Península Ibérica, con los lagos de Enol y de la Ercina acurrucados junto a los nevados e imponentes Picos de Europa, a la espera de que ese tercer lago travieso y juguetón que aparece cuando le viene en gana, el Bricial, comparezca para dar aún más solera a esta subida que no será la más dura de las cumbres míticas, pero sí una de las más bellas del calendario atlético de carreras de asfalto, con permiso de las caprichosas e inoportunas nieblas.

Más información: Aquí

Jorge González de Matauco
Autor del libro En busca de las carreras extremas

SOBRE EL AUTOR

Jorge González de Matauco
Autor del libro “En busca de las carreras extremas“


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