¿Aún te pones excusas para correr? Conoce la historia de Terry Fox
Por Chema Martínez Pastor para carreraspopulares.com
Terry Fox nunca llegó a cumplir 23 años. Durante su juventud soñaba con ser jugador de baloncesto. Más adelante soñó con volver a caminar y poco antes de su muerte, seguía soñando con un futuro en el que todo el mundo pudiera correr. El ejemplo de este chaval canadiense todavía resuena hoy, casi 40 años más tarde.
Cuando estaba en el instituto, Terry recibió la peor de las noticias. Un osteosarcoma (variante del cáncer de huesos), le provocó la pérdida de su pierna derecha. Sus sueños de ser jugador de baloncesto se truncaron. Pero eso no le echó atrás. Con la ayuda de una pierna ortopédica siguió haciendo deporte y con una silla de ruedas, siguió jugando al baloncesto. Los médicos, al conocer su enfermedad, le otorgaron un 50% de posibilidades de sobrevivir al cáncer, tal era el grado de avance de la enfermedad. Sin embargo, tan sólo dos años atrás, las posibilidades de salir adelante habrían sido de tan solo el 15%. Hoy en día, si el osteosarcoma está localizado y no se ha extendido, las posibilidades de salir adelante son del 70-75%.
Esta evolución, sin duda, es debido a las mejoras en la detección y tratamiento de esta enfermedad. Terry se vio impactado por esa diferencia y, en parte, es uno de los responsables de que sigamos reduciendo la mortandad por esta causa, dado que contribuyó de manera considerable a aumentar las donaciones para la investigación.
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El Maratón por la Esperanza
A finales de 1979 decidió preparar un gran reto. Uno tan grande que moviera las voluntades y los corazones de su Canadá natal. Quería que cada canadiense aportara, al menos, un dólar a la investigación contra el cáncer (Canadá contaba con 24 millones de habitantes en aquel momento). Para ello, su hazaña consistiría en correr, cada día, la distancia equivalente a un maratón, recorriendo de costa a costa el país americano.
Si el hecho de correr más de 8.000 kilómetros en etapas de 42 km diarios se nos hace duro, no hay que olvidar su condición de amputado. Terry Fox disponía de una prótesis que le facilitaba la movilidad, pero que no estaba pensada para correr. Con algunas pequeñas modificaciones en la misma y con infinidad de dolor en cada paso, Terry emprendió la marcha. El ajuste de la prótesis era tal que, por cada apoyo que hacía sobre ella, debía dar dos saltos con la pierna izquierda, lo que a efectos de la carrera era una aberración y una molestia máxima. La presión de la prótesis le provocaba hematomas, ampollas y un dolor intenso. Antes de su puesta en marcha, ya llevaba 14 meses de sufrimiento preparándose para el reto. El sufrimiento al que se enfrentaba era inimaginable.
Pero la fortaleza de Fox estaba por encima. Descubrió que, si era capaz de correr los primeros 20 minutos, su cuerpo superaba el umbral del dolor y era capaz de seguir adelante.
El resultado del Maratón para la Esperanza no pudo ser más exitoso en términos de recaudación. No así para la salud de Terry. Cuando llevaba 143 días en marcha, con 5.373 kilómetros recorridos y convertido ya en una estrella mediática, se vio obligado a abandonar. El avance de su enfermedad le impidió seguir con su reto y, lo que es peor, le sumió en una nueva recaída que acabaría con su vida nueve meses más tarde.
El legado de Terry Fox
La sociedad americana no se mantuvo al margen de esta heroicidad. Antes de su muerte ya había sido condecorado con varios premios y reconocimientos. Después de fallecer, su nombre se asignó a numerosos edificios, calles y plazas. La población no quería olvidarle. Y no lo ha hecho. Hoy en día, la Terry Fox Foundation organiza carreras en su honor en todo el territorio canadiense, habiendo recaudado más de 600 millones de dólares canadienses. Sin duda, el camino que inició el joven Fox sigue adelante.