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Correr al ritmo de un marcapasos

Por José Antonio Vallejo Ordóñez para carreraspopulares.com
José Antonio Vallejo, llegando a la meta en el Medio Maratón de Madrid
José Antonio Vallejo, llegando a la meta en el Medio Maratón de Madrid

José Antonio es corredor popular desde hace muchos años. Un día, por sorpresa, su vida le dio una mala noticia: su corazón fallaba, y necesitaría la ayuda de un marcapasos para funcionar bien. Pensaba que no podría volver a correr nunca más. Pero no fue así. Esta es su historia, contada por él mismo.



Por José Antonio Vallejo Ordóñez

Hola me llamo José y soy corredor aficionado desde hace ya muchos, muchos, muchos años. Y no es porque tenga demasiados años, pero este ya son 43 los que han caído, y ya va siendo una buena cifra; aunque nada importante para no poder seguir haciendo todo el deporte que puedo.

En este texto lo que quiero no es contar lo que hago, sino una experiencia importante que la vida me ha hecho vivir y que me gustaría compartir con gente que pueda estar en mi situación, o haya podido pasar por una similar a la mía. O para cualquier persona a la que, aún sin problemas, le hagan crecer personalmente las experiencias de los demás.

En septiembre de 2013, y después de varios meses sintiendo un leve (a veces fuerte) mareo, sobre todo por las mañanas, que no me hacía perder la consciencia, fui al médico para comentárselo. Me hizo un escáner y lo mandó a cardiología para que lo valorasen. Debido a mi edad y al síntoma del mareo, el cardiólogo decidió mandarme un ecocardiograma y ponerme un Holter (un aparato que durante 24 horas controla el funcionamiento cardiaco). Esta última prueba me la dieron para el 25 de febrero de 2014 (la seguridad social últimamente no va tan rápida como nos gustaría).

Lo entregue al día siguiente a las 8 de la mañana, y tres horas más tarde me llamaron por teléfono de cardiología del hospital para decirme que me fuese para allá esa misma tarde, que me tenían que ingresar para al día siguiente implantarme un marcapasos. Mi corazón se había parado durante la prueba unas 55 veces, y con paradas de 5 segundos sin latido cardiaco. Me tuve que sentar por el impacto, y después de confirmar que no se habían equivocado (¿cómo una persona que hace deporte y que se cuida con la alimentación como lo hacía yo?), tuve que pensar si todo era realidad o estaba en medio de un mal sueño. ¡Pues no! ¡Todo era real!

Subí al hospital a que me explicasen qué iba a ser de mi vida a partir de ese momento, porque en mi cabeza golpeaban muchas cosas, pero una de las que lo hacía con más fuerza era la de si ya no podría volver a hacer deporte. ¡Esto que tanto me gusta! ¡Esto que me da la vida!

José Antonio Vallejo sigue corriendo después de que le pusieran un marcapasos
José Antonio Vallejo sigue corriendo después de que le pusieran un marcapasos

La operación

Ya estando con la cardióloga me repitió lo que me había contado por teléfono y además me aclaró algo que yo la preguntaba. "Pero, con lo que me gustar correr y mi bici de carretera, ¿no voy a poder hacerlo nunca más?” A lo que ella me respondió: “¿Quién te ha dicho a ti eso? Tu corazón tiene un fallo pero tú no estás enfermo”.

A partir de ese momento mi cabeza cambió de pensamiento y empezó a trabajar para mentalizarme de aquello y asumirlo de la mejor manera posible. Ahora el pensamiento que pasaba por mi cabeza era: “Ojalá lo peor que me pase en la vida se solucione con un ‘aparatito’ que me deje hacer una vida lo más parecida posible a la que llevo”.

Me llamaron kamikaze en el hospital, porque pedí el alta voluntaria ese mismo día y que me diesen unos días para poder ‘masticar’ y ‘digerir’ todo aquello que aquel 26 de febrero de 2014 la vida me había puesto como prueba.

Unas semanas después, el 18 de marzo, me implantaron un marcapasos que funciona cuando mi corazón no quiere latir, que por suerte no son muchas veces.

Al día siguiente, el 19 de marzo, Día del Padre, me dieron el alta y tuve con ello el gran regalo de poder volver a estar con mi hijo, de entonces 21 meses. Me fui para casa y ahí empecé de nuevo a entrenar. Primero durante unos días sólo mentalmente. A la semana me volví a poner mis zapatillas y corrí 15 minutos muy despacio para probarme. Como vi que la cosa iba bien, salí más días a entrenar. Y como vi que seguía bien, cuando todavía no habían pasado ni tres semanas de la operación, el domingo 6 de abril, corrí el medio maratón de Madrid, en 1 hora y 26 minutos.

Sólo verme otra vez en la salida de una carrera, después de lo que había vivido durante esas semanas, hacía que las emociones se dispararan y se me saltasen las lágrimas (más o menos como me está pasando ahora mismo mientras lo escribo y lo recuerdo). Pero las que aparecieron después de entrar en meta y encontrarme con mi mujer y mi hijo (mis fans número 1), esas ya eran incontrolables y no puedo describirlas con palabras.

José Antonio Vallejo, llegando a la meta del Maratón de Edimburgo
José Antonio Vallejo, llegando a la meta del Maratón de Edimburgo

Avanzando

Y después de aquello seguí entrenando porque llevaba ya meses preparándome, y con el viaje organizado, para correr el 26 de mayo el Maratón de Edimburgo. Y éste no se me dio muy bien del todo, pero la culpa la tuvo la falta de kilómetros por la operación, y el dolor lumbar que un esfuerzo con peso me produjo una semana antes de la carrera. Hice un tiempo de 3h y 19 minutos, pero aquel día mi marcapasos y yo hicimos un récord importante, y era superar la prueba definitiva de que volvíamos a estar al cien por cien.

He seguido corriendo y haciendo buenos tiempos (para mí y mis posibilidades) en las carreras este año. He conseguido bajar mi marca de 10 kilómetros a 37 minutos. He vuelto a aproximarme a mi mejor marca en medio maratón, que era de 1h y 20 minutos. Y me he preparado todo lo que he podido para aproximarme a la mejor en maratón, que es de 2h 56 minutos; aunque una microrotura en el km 10 del maratón de Varsovia me hizo desistir de esa idea, pero no abandoné la carrera. Porque, aunque cojeando, andando unos ratos y corriendo otros, llegué a meta. Y eso es porque la mentalidad y la fuerza de voluntad que desarrollamos con el deporte hace que luego podamos adaptarnos y superar cualquier situación de la vida, aunque esta no sea fácil.

Así que, ánimo para todos los que podáis estar en una situación parecida a la mía. Yo animo a todas las personas que pueda ayudar con este artículo con mi experiencia. Y que tengáis todos claro que los deportistas, aunque no seamos de élite, y seamos simples aficionados, también estamos hechos de una pasta especial.


Me gustaría agradecer el trato que tuve de todo el equipo de cardiología del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid). Así como a todas las enfermeras y auxiliares que tan bien me cuidaron. Y por supuesto, a muchos de los enfermeros y enfermeras del servicio de urgencias, que me mimaron y me apoyaron tanto con sus ánimos (gracias Cris, gracias Ali, gracias Silvia y gracias en general a todos ellos). Ni que decir tiene que gracias a toda mi familia y a mis amigos que son tantos y tan diversos. Y por encima de todos, a Marina mi mujer, que siempre apoya todo lo que hago y que siempre está a mi lado. ¡Te quiero!


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