La larga historia del dopaje en el atletismo
Por carreraspopulares.com
El dopaje en el deporte no es algo reciente, ni mucho menos. Pero no nos referimos a décadas o siglos. Han pasado milenios desde que la humanidad empezó tomar sustancias que ayudaban a mejorar el rendimiento físico.
Según la investigadora Elena Alfaya, existen registros del dopaje en todos los continentes desde tiempos de las antiguas civilizaciones. En su estudio “Sustancias Dopantes y técnicas antidopaje: Una visión histórica”, asegura que en Asia “ciertas plantas con propiedades estimulantes, defatigantes y fortalecedoras”, entre las que cita el ginseng o el opio, ya se usaban alrededor del año 3.000 A.C.
La cuna y origen del atletismo es la antigua Grecia. Y ahí podríamos situar también el origen del dopaje en este deporte. El estudio de la Universidad de Harvard "Performance Enhancing Drugs" es uno de los múltiples que destaca este hecho, que se ha convertido en parte de la historia.
Los deportistas, asegura la investigación, “bebían pociones especiales y comían alimentos específicos porque creían que mejoraría su rendimiento”. Los autores de "The history of doping and growth hormone abuse in sport" concretan cómo fueron los primeros en usar estimulantes mezclando brandy y vino, que usaban en sus rutinas habituales de entrenamiento. Además, los atletas olímpicos griegos intentaban aumentar sus niveles de testosterona comiendo testículos de oveja.
Gladiadores, vikingos e incas
En la época romana, los gladiadores ingerían sustancias que les ayudaban a superar la fatiga o las heridas y hacían que sus luchas fueran más espectaculares. Ya entonces usaban estricnina, un fuerte estimulante, además de hachís, plantas de cola, hongos o cactus.
Muchos estudios aseguran que, entre otras cosas, la disolución de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad se debió al uso extendido de sustancias dopantes entre los atletas. Los vikingos también parece que ingerían hongos como el ‘Amanita Muscaria’ para tener más fuerza antes de las batallas.
Si seguimos avanzando en la historia, Elena Alfaya habla de registros de dopaje en el continente americano en el siglo XVI, en las comunidades incas. El consumo de coca les permitía recorrer “grandes distancias en poco tiempo”.
Siglo XIX
La palabra ‘doping’ proviene de un término holandés, ‘dop’. Es el nombre de una bebida alcohólica hecha de piel de uva que tomaban como estimulante los guerreros zulú de Sudáfrica. Fue a finales del siglo XIX se comenzó a usar de forma habitual el término ‘doping’ para referirse a este tipo de bebidas que aportaban una mejora artificial del rendimiento físico.
Justo en ese momento, en medio de la Revolución Industrial, encontramos los primeros casos de dopaje en la era del deporte moderno. Entonces no sólo era una actividad recreativa y competitiva. Se convirtió en un negocio. Hay informes de uso de bebidas elaboradas con champán, brandy y gotas de morfina o belladona en aquella época. Se tomaban para mantener altos niveles de fuerza y energía durante las pruebas de resistencia.
Muchos de los participantes en las pruebas conocidas como ‘pedestrianismo’ las ingerían. Una de las competiciones más extendidas de esta modalidad era la que tenía a los participantes caminando sin parar seis días y seis noches. Ganaba el que más kilómetros recorría en ese tiempo. Unas carreras que generaban una gran expectación, atraían mucho público y, lo más importante, movían grandes cantidades de dinero en apuestas. De ahí que muchos recurrieran a las trampas para poder ganar.
Así, se cree que cuando se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la Historia Moderna, en 1896, drogas como la estricnina o la codeína ya se usaban para mejorar la condición física.
Primera normativa antidopaje
Hubo casos de dopaje escandalosos y llamativos en aquellos años en natación y ciclismo, pero el primer caso sonado dentro del atletismo lo protagonizó Thomas Hicks, el que ganador del maratón de los Juegos Olímpicos de San Luis en 1904. Sus ayudantes le dieron durante la prueba dosis de un brebaje elaborado con brandy y estricnina (que por entonces se usaba también como veneno para las ratas).
En pequeñas dosis ayudaba a aguantar mejor el esfuerzo, pero Hicks tomó cantidades demasiado elevadas y, tras entrar apoyado en sus asistentes y casi sin poder andar en la meta, tuvo que ser atendido por los médicos y estuvo a punto de morir.
Desde entonces se hizo común entre muchos atletas el consumo de ese tipo de sustancias, con dosis de estricnina, heroína, cocaína o cafeína. Además, los entrenadores y los equipos de atletismo desarrollaban sus propias fórmulas secretas. Hasta 1920, drogas como la cocaína o la heroína estaban al alcance de todos sin necesidad de receta médica.
Era tan extendido el uso del dopaje entre los deportistas que había que tomar cartas en el asunto de manera oficial. Así, en 1928, la Federación Internacional de Atletismo (hoy World Athletics) fue la primera en establecer una normativa contra el ‘´. El reglamento recogía expresamente la prohibición del uso de sustancias dopantes por parte de los atletas.
Sin embargo, como es bien sabido, esto no acabó con el dopaje. Desde entonces las técnicas para mejorar de forma artificial el rendimiento deportivo se volvieron más sofisticadas y en algunos casos hasta se usaron de forma generalizada en selecciones deportivas para grandes competiciones. Pero eso ya es otra historia.