Excesos que NO podemos cometer los corredores
Por carreraspopulares.com
Si la semana pasada hablábamos de qué excesos son positivos, o por lo menos aceptables, para los runners, esta vez queremos destacar aquellas cosas que de ninguna manera podemos tomar o hacer en exceso, puesto que tendrían una consecuencia negativa para nuestra salud o rendimiento.
Ojo: una vez más es conveniente recordar que, aunque el exceso sea malo, no quiere decir que tengamos que alejarnos radicalmente de todas las cosas que aparecen en esta lista. El exceso es malo, pero tal vez una pequeña cantidad pueda tener efectos positivos para nuestro estado de ánimo o de forma.
¿Con qué cosas no nos debemos pasar los corredores si queremos tener una vida deportiva larga y fructífera?
Excesos culinarios
Empezamos por el más fácil. Y es que, en cuestiones de alimentación, pasarnos con cierto tipo de alimentos va a traducirse en un aumento del peso y en una peor respuesta ante el ejercicio. Pasarnos con las grasas va a suponer cargarnos de un lastre que vamos a tener que llevar durante toda la carrera. Mucha sal puede suponernos aumento de la presión sanguínea y perjudicar al funcionamiento de órganos tan importantes como el riñón. Tampoco los azúcares son recomendables, porque además de acabar transformándose en grasa corporal, provocan cambios en el nivel de glucógeno en sangre, nada recomendable para entrenar.
Una dieta equilibrada y donde controlemos la cantidad ingerida es la mejor recomendación para que nuestro cuerpo esté preparado para otros excesos que podamos cometer corriendo.
Excesivos kilómetros
Podríamos hablar también de ritmos excesivos. En definitiva, cargarnos de entrenamiento en las piernas puede parecer una buena solución para mejorar. Pero debemos equilibrar la relación entre entrenamientos de calidad y rodajes regenerativos a ritmos más tranquilos. Dependiendo de la experiencia y del objetivo de cada corredor (un entrenador sabrá recomendarte la carga necesaria), con dos o tres entrenamientos de intensidad a la semana es más que necesario para que nuestro rendimiento mejore. Respetar esto, y rodar el resto de días a pulsaciones más bajas hará que el cuerpo asimile esos entrenamientos. De lo contrario, nos exponemos al sobreentrenamiento y a una tensión que puede traducirse en lesiones o, lo que quizá es peor: a que se nos quiten las ganas de correr.
Excesivo abrigo
Es un error común de los corredores más novatos. Tendemos a abrigarnos por encima de nuestra sensación de frío. En parte por precaución y en parte porque existe la creencia (errónea) de que así sudaremos más y será más beneficioso para nuestro bienestar. Correr con más abrigo del que necesitamos hará que nos deshidratemos antes y pongamos en peligro nuestra integridad. Lo ideal: vestir con capas finas que podamos ir retirando a medida que entramos en calor con el ejercicio. Hay que tener en cuenta que, de media, nuestro cuerpo suele aumentar unos 8-10 grados de temperatura al hacer ejercicio. Por eso, aunque empecemos con un poco de frío, es normal que poco a poco entremos en calor. En ese momento, deberíamos estar vestidos con la ropa más ligera posible, que facilite la transpiración y nos dé sensación de libertad y comodidad.
Excesiva presión
Mejorar nuestros tiempos es un objetivo muy motivante. Tener una cifra en la cabeza y la ilusión de rebajarla es lo que mueve a muchos corredores a ponerse las zapatillas por la mañana. Pero convertirlo en una obsesión va a jugar en nuestra contra. No es bueno ponerte muchos objetivos en una temporada. Lo recomendable es tener un gran objetivo, siempre que sea razonable y no requiera de nosotros un esfuerzo que no podamos acometer. Por el camino, si vamos mejorando, otros récords irán cayendo. Por ejemplo, si vas a preparar tu primer maratón, es bastante posible que, algunas semanas después de correrlo, puedas intentar bajar tu tiempo en 10K. Pero sólo como consecuencia. Si te lo pones como obligación, va a perjudicar tus entrenamientos y el propio día de la carrera, sobre todo si te causas nervios que te hagan correr más tenso.
En definitiva, el planteamiento es sencillo: disfruta de las cosas que te hagan sentir bien, intentando sacar el máximo de cada una de ellas, aunque sin necesidad de pasarte de ciertos límites. ¿Cuál es el límite? Aquel que acaba volviéndose en tu contra y, en lugar de sumar, resta. ¡Feliz carrera!