Jim Fixx, la ironía vital de uno de los precursores del running
Por Luis Miguel del Baño para carreraspopulares.com
¿Libros sobre cómo correr mejor? Por todas partes. ¿Ropa deportiva? En cada tienda. ¿Gente corriendo? A diestro y siniestro. A nadie se le escapa que el running es una pequeña fiebre que está invadiendo cada pueblo y ciudad. La práctica de este deporte continua al alza y, cada día son más los que se contagian de sus bondades.
Pero claro, hubo un tiempo en que no fue así. Hubo un tiempo en el que los que corrían no eran legión, sino un pequeño grupo, en el que los pantalones y camisetas que se ponían no eran técnicos, sino de algodón, pero no por voluntad, sino por las dificultades para comprar ropa técnica a precios asequibles. Hubo, de hecho, un tiempo en el que los corredores salían a correr como podían, sin planes establecidos, porque había poco acceso a ellos y las investigaciones aún no habían avanzado. Y en ese tiempo también eran felices.
La revolución hacia las masas
Pero claro, llegó un momento que todo cambió, que la gente despertó y se unió en masa a este deporte. Poco a poco, pero cada vez más. Contagiándose unos a otros.
Y, ¿cuál fue el detonante? ¿Qué sucedió para que todo cambiara? Los factores son diversos, y en cada país, incluso, las razones pueden ser diferentes. Pero lo que está claro es que hubo un hombre que prendió la mecha para que toda esta pasión estallara. Un hombre con un gesto, y con su libro.
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James F. Fixx
James F. Fixx fue un tipo muy cercano al americano medio. Corría la mitad de la década de los 70. Tenía una alimentación cuestionable y fumaba bastante, unos dos paquetes de tabaco al día. Llegó un momento en el que sobrepasó los 110 kilos, un peso demasiado elevado para su condición física. En el instituto no lo había pasado bien. No estuvo entre el grupo de los triunfadores y su aspecto físico le dejó huella y menoscabó su vida pública.
Este hecho, junto con su miedo constante a padecer problemas de corazón debido a la muerte de su padre a los 42 años tras un ataque, le decidieron a cambiar de vida.
James, quien ya jugaba al tenis, empezó a interesarse por deporte de la carrera a pie. En un principio, comenzó a correr para intentar rehabilitarse de una lesión en la espalda que se produjo en un partido de tenis. Pero, poco a poco, le fue cogiendo el gusto a algo muy poco habitual en aquel entonces como era salir a trotar.
Al poco tiempo, ya se inscribió en su primera carrera. Llegó en última posición de 50 participantes. Fue una competición de 5 millas, pero lo que más le impresionó fue que el ganador era una persona de más de 60 años. Le fascinó. Se le encendió la bombilla y pensó que el running era un deporte que podía ayudar a envejecer mejor y, si cabe, a vivir más años.
Pronto dejó de fumar, cambió sus hábitos alimenticios y perdió casi 30 kilos. Rápidamente quiso contarle al mundo lo maravilloso de la experiencia que estaba pasando. Conjugó su faceta como autor y editor para escribir un libro que le contara al mundo “el extraordinario funcionamiento del running y para cambiar sus vidas”.
Así nació “The complete book of running”, uno de los primeros tratados sobre el arte de correr. El éxito del libro se basó en el éxito del cambio de vida que tuvo el propio Fixx. Rápidamente comenzó a vender libros, dar conferencias y conceder entrevistas. Ganó más de un millón de dólares.
El debate sobre salud y correr
En aquellos momentos, el debate sobre si correr era bueno para la salud estaba encendido. Hoy nadie duda de las bondades de practicar running. Es un hecho científico. Pero en aquella época, alentados por el desconocimiento y por intereses industriales, había quien opinaba que eso no podía ser bueno para la salud.
Fixx fue de los primeros en afirmar que “aunque la evidencia no es concluyente, la mayor parte de las investigaciones sugieren claramente que la práctica del running es más probable que aumente la longevidad en lugar de disminuirla´´ porque ´´ la investigación ha demostrado repetidamente que con tanto entrenamiento de resistencia, el corazón se convierte en más eficiente”. Era algo que todo el mundo quería oír. Una fórmula que mejoraba la salud, alargaba la vida. Y al alcance de todos. De ahí su éxito y el boom de este deporte en aquel contexto.
La ironía de la vida
Fixx, quien tenía un gran sentido del humor, continuó escribiendo libros y saliendo a correr. Continuó dando conferencias y haciendo carreras. Continuó hasta 1984.
Cuando tenía 52 años, James F. Fixx salió a correr un día como otro cualquiera. Fue su último día. Murió de un ataque al corazón mientras entrenaba él solo cerca de Vermont. Lo encontró un motorista desplomado en la carretera. Cuando le hicieron la autopsia, descubrieron que tenía dos arterias lo suficientemente taponadas como para haber necesitado un bypass.
Fue un golpe que, a pesar de que muchos utilizaron en su contra sin duda por intereses empresariales o movidos por cierto recelo, no paró la voluntad de la gente por empezar a salir a correr.
El propio presidente del New York Road Runners de aquel entonces, Fred Lebow, salió al paso y dijo que gracias a lo que había sucedido en los últimos años, “sabemos que correr no causa ataques al corazón y puede, de hecho, prolongar la vida”. Lebow continuó acallando al lobby anti-running diciendo: “lo que me preocupa ahora son todas esas personas que hablan sobre el peligro de correr. ¿Cómo lo pueden demostrar? Claro, tenemos personas que mueren en el Central Park, uno o dos al año mientras corre. Pero estoy seguro de que hay más personas que mueren en el campo de golf o viendo jugar a los Yankees de béisbol. Tal vez si Jim Fixx no hubiera corrido, habría muerto hace cinco años ´´.