El vacío después de un maratón
Por Pedro Fernández López para carreraspopulares.com
Quiero comenzar este artículo dando la enhorabuena a todas las personas que se han enfrentado y resuelto un objetivo tan importante como un maratón. Estos meses estamos teniendo casi todos los fines de semana miles de personas que culminan sus retos: Sevilla, Castellón, Barcelona, Madrid... Por no hablar de citas internacionales como Boston, Londres, Roma o París, por citar sólo algunos.
Por supuesto la enhorabuena es por el día de la carrera, pero también quiero dar la enhorabuena a todos aquellos que no habéis logrado finalizar pero que sí habéis logrado entrenar esta prueba con constancia, sacrificio y diversión. Cumplir el objetivo en una competición como esta no solo tiene que ver con el resultado, sino con la capacidad de mantener un ritmo de entrenamiento durante un periodo largo de tiempo, independientemente del resultado, y haberlo logrado equilibrando con el resto de las responsabilidades que tenemos, que no son precisamente pocas.
Tanto los que habéis terminado como los que no seguramente estáis experimentando una sensación de vacío. Cada uno desde unos indicadores distintos. Esa sensación de vacío podemos sentirla desde una activación física, es decir, el desgaste físico de esta prueba me hace sentir una emoción o un sentimiento, que debemos superar para enfocar el siguiente reto, sea otra competición o sea volver a entrenar.
Emoción y sentimiento
Una emoción es algo provocado por un disparador, un agente externo o interno. Por ejemplo, suena el despertador el lunes por la mañana e inmediatamente siento una emoción. En este caso el disparador sería el sonido del despertador. Seguro que muchos de vosotros escucháis una música e inmediatamente os dispara una emoción u oléis un perfume y rápidamente os viene a la mente una persona en concreto. Las personas estamos rodeados de disparadores externos que nos sitúan en una emocionalidad determinada. Esos disparadores externos hacen que aparezcan unos disparadores internos, que tienen mucho que ver con el diálogo interno seguido a la emoción. Este diálogo interno puedeamplificar la emoción y hacerla perdurar, o puede ayudarnos a rebajar su intensidad y por lo tanto tener otro tipo de respuesta. La emoción se siente, nada más: no hay emociones ni buenas ni malas. En cambio, un sentimiento es cuando permanezco en una emoción durante un tiempo determinado. No somos responsables de entrar en un estado emocional, pero sí somos responsables de permanecer en él, esta es una de las claves de la inteligencia emocional.
Para lograr salir de este “vacío”, primero he de ser consciente de que lo estoy viviendo, a nivel físico: pesadez, rigidez, dolor, cansancio; y a nivel mental, que sería el diálogo interno que apoya a este estado físico: "estoy demasiado cansado para entrenar", "un poco de descanso me viene bien", "ya he cumplido, ahora toca descansar"... Pero una vez que consigo superar este estado físico he de dirigir mi estado mental a mi favor, para no seguir en eese sentimiento, y generarme una emoción que me ayude a salir de él. Mantener esa nueva emoción es clave para tener un sentimiento adecuado para cumplir mi siguiente objetivo.
Todos los corredores sabemos cuando hemos salido del estado físico de cansancio debemos pensar qué hacer para vencer a nuestra cabeza, que puede ser nuestro mayor aliado y/o nuestra mayor resistencia.
Lo que vamos a entrenar es la habilidad de “elegir mi estado emocional de partida”. Esto significa salir del dominio de los disparadores externos e internos, tener capacidad de elegir, salir del automatismo y del estímulo-respuesta. Este entrenamiento nos es útil no solo para nuestro rol deportivo, también para aquellos roles, o responsabilidades que exigen calidad y calidez, por ejemplo cuando llego a casa después de un intenso día de trabajo, si no elijo mi estado emocional de partida voy a continuar con el dinamismo que traigo del trabajo, sea positivo o no. Y esto, cómo se hace?
Salir de la emoción negativa
Primero de todo sé consciente de que tu estado no es el que deseas para poner en marcha tu comportamiento: consciencia. Segundo paso, y muy importante: ¿qué valores he de poner en marcha para afrontar esta situación? En el caso que nos ocupa pueden ser: la salud, la mejora física, el auto aprendizaje, auto conocimiento, mejora continua, felicidad... cada uno que elija los suyos, pero es tremendamente importante que las conductas estén asociadas a valores. Con los valores damos sentido a nuestras acciones y diferencia éstas de las que harían otras personas.
Una vez que para mí tiene sentido volver a entrenar o a enfrentarme a otro reto, he de activar la mente a mi favor, he de elegir unos mantras adecuados: “sí puedo, sí quiero”, por ejemplo, y cada vez que mi mente se vaya al diálogo interno limitante, dirigirla a mi favor. También puede ser útil visualizar mi llegada a meta, volver a sentir las emociones que viví, visualizarme en un entrenamiento, lo bien que me siento al terminar, etc. Este ejercicio de visualización y de elección de valores servirá para ir activando mi cuerpo. Si no es suficiente, controlaré mi respiración y en cada una de estas fases, tendré una respiración abdominal, oxigenado y moviendo el cuerpo a mi favor.
Una vez hecho este reencuadre no es momento para hacer que la mente vuelva al estado limitante, he de ponerme la equipación y salir a entrenar sin dejar que mi cabeza vuelva a dudar. Una vez que lo he logrado fijaré este recuerdo como referente positivo, grabaré como me siento, el grado de estima y de superación que significa esto pequeños pero grandes logros.
Cada uno de nosotros tiene un periodo de recuperación físico, y es necesario cumplirlo, este periodo ronda entre una y tres semanas, incluso un mes. Una vez que este periodo haya terminado, he de gestionar mis recursos corporales, mentales y espirituales (valores), para conseguir un comportamiento que vaya a favor de los objetivos que quiero lograr.