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Kilimanjaro Marathon: El maratón más alto

Por Jorge González de Matauco para carreraspopulares.com
vista del Kilimanjaro


Fue un cura quien descubrió para Occidente la montaña más alta de África. En 1848, el misionero alemán Johannes Rebmann se convirtió en el primer occidental en avistar la cumbre nevada del Kilimanjaro. Fue tomado por un farsante por la prestigiosa Royal Geographical Society británica, que consideraba de todo punto imposible la existencia de nieves perpetuas tan cerca del ecuador. Sin embargo, su hallazgo abrió el camino para otras hazañas geográficas, como la primera ascensión completa al Kilimanjaro, obra de Hans Meyer en 1889 o la carrera entre Burton y Speke por descubrir las fuentes del Nilo. Casi un siglo después, en 1936, Ernest Hemingway escribió en su cuento Las nieves del Kilimanjaro que cerca de la cima occidental descansaba el cadáver reseco y congelado de un leopardo. Y añadió que nadie había conseguido explicar qué buscaba el leopardo en aquellas alturas. Muchos años después, ya en el presente siglo, el escritor Scott Carney expuso en el libro Lo que no nos mata su experiencia con las enseñanzas de Wim Hof, el gurú del frío, y el examen final consistente en ascender al Kilimanjaro en paños menores, sin etapas intermedias ni aclimatación. Seguramente ni Rebmann, ni Meyer, ni Hemingway, ni Carney se plantearon nunca la posibilidad de ver presuntos atletas corriendo un maratón a través de la cima del Kilimanjaro, así que cabe plantearse qué resulta más insólito en semejantes altitudes, si un religioso revelando al mundo sus glaciares, el cadáver rancio de un leopardo, un aventurero semidesnudo o corredores populares al menos un poco más vestidos.

Porque cuando en cualquier tarde aburrida navegando por Internet uno descubre un maratón que llega a 5.895 metros de altitud y que presume de ser el más alto del mundo, la reacción más lógica es preguntarse qué locura es esta, pero casi a continuación surge la duda y pronto el fuego interior que nos empuja a buscar lo que desconocemos. Una locura sí, pero ¿y por qué no? Sobre todo si pensamos que en esta carrera desbocada que ha emprendido el mundo del trail running hacia lo más extremo, lo más elevado, lo más duro o lo más largo, o lo más estrafalario, todo hay que decirlo, ya se ha ensayado alcanzar los 6.893 metros de altitud en una milla vertical (Sky Race Ojos del Salado) o atravesar dos volcanes de 6.000 metros en una prueba de 20 kilómetros (2 Summit Vulcano 6000-Ckalama Extreme), ambas en el desierto de Atacama chileno. Pero ninguna de estas pruebas alcanza la distancia maratón, por lo que, salvo error, siempre que se ha apostado por el maratón más alto, el escenario ha acabado siendo el techo de África.

2023 Kilimanjaro Marathon Trail Race- World's Highest Elevation Marathon - Eriks Adventures

                  Mercado Moshi

Después de preguntarse por qué no, para enrolarse en una aventura de este calado, el momento definitivo surge cuando un día uno se viene especialmente arriba y presiona la tecla del pago, con la falsa tranquilidad que da el hecho de que aún falte mucho tiempo para la fecha indicada. Pero a partir de entonces, como la cantidad desembolsada es importante, ya no caben vacilaciones ni arrepentimientos, por más aprehensivo que uno sea, que no se haya estado jamás a semejante altitud o que se lean informaciones inquietantes sobre la malaria u otras enfermedades tropicales.  Así, con este bagaje, cuando uno aterriza en la localidad tanzana de Moshi y lo primero que ve es a un empleado tomando la temperatura a todos los recién llegados (se supone que una reminiscencia de los tiempos de la pandemia), más vale no dedicar mucho tiempo a hacerse aquella célebre pregunta de qué hago yo aquí.

Como en cualquier ciudad africana, el lugar imprescindible que hay que visitar en Moshi, un núcleo urbano de tamaño medio y gran diversidad religiosa, es el mercado local, repleto de colorido, de vegetales y pescaditos y de gente que no para de reír cuando te invitan a pronunciar alguna palabra en swahili. Un talante muy distinto al que en un campo para turistas muestra un masai, ataviado con manta, lanza y sandalias, cuando me espeta que no conseguiré subir al Kilimanjaro porque soy demasiado viejo. Y eso que no le digo que mi propósito no es solo el ascenso, sino correr un maratón.

               Pico Mawenzi

El Kilimanjaro no es una montaña en la que se requieran conocimientos técnicos de escalada ni la utilización de material especial. Es apta para un simple senderista. Organizado por Erik`s Adventures, el maratón del Kilimanjaro se inicia en Mawenzi Tarn, el último de los campos de la ruta Rongai, a 4.330 metros de altitud. De las rutas de acceso al Kilimanjaro, Rongai es la que se inicia más al norte, casi en la frontera con Kenia. No es ni mucho menos la más conocida ni la más frecuentada, ya que son más populares la Machame y, sobre todo, la Marangu, conocida como la ruta Coca-Cola, por la que descenderemos de la cumbre para finalizar el maratón en el campo Mandara, a 2.700 metros de altitud. Así, el recorrido de la carrera destaca sobre todo por su desnivel negativo, aparte de su altitud. Solo siete participantes, más un acompañante, nos reunimos en el hotel de Moshi para iniciar la aventura. Antes, el organizador nos comunica que no podrá realizar el viaje, primero debido a un retraso aéreo y después por un problema de salud, por lo que delega todos los preparativos en su personal de confianza en Tanzania. No parece muy buen augurio la ausencia del principal responsable de la prueba, pero habrá que confiar en los guías locales.

Para llegar al punto de inicio de la prueba se requiere una aproximación de tres días, y uno más para completar la aclimatación. El trekking se inicia en la verja de entrada a la ruta Rongai, a la que llegamos después de un viaje de casi tres horas en autobús, a través de carreteras salpicadas de aldeas con chabolas y burbujeantes mercados, con escuelas y comercios de todo tipo, y por las que deambulan mujeres con bolsas, leña o bananas en la cabeza. Un desvío por una pista llena de un polvo asfixiante por la que el vehículo apenas puede avanzar nos sitúa ante ese control de entrada.

 

Mount Kilimanjaro National Park - kilimanjaro national park (kilimanjaroparktanzania.com)

Durante los tres días caminata se atraviesan las diferentes zonas de vegetación del parque nacional. Se dejan atrás las plantaciones de café, maíz y bananas para adentrarse en el frondoso bosque tropical hasta llegar a los páramos, el desierto alpino y las condiciones árticas de la cumbre. En general, la ascensión es sostenida y el trekking no resulta extenuante, salvo algún trecho de pendiente más pronunciada. Asombra la gran cantidad de superficie quemada, fruto de los pavorosos incendios que con frecuencia castigan estos parajes. En los campos se dispone de váteres portátiles, la comida es excelente y el agua que se reparte es segura, no hay indicios de ningún problema digestivo. Lo cierto es que entre cocineros, porteadores y guías llevamos una legión de acompañantes.

Los mayores sobresaltos se dan con la llegada de la noche. Entonces las temperaturas caen drásticamente y hay que ponerse mucha ropa para intentar dormir unas horas embutido en el saco. Encima la altitud y la obligada hidratación obligan a orinar con más frecuencia, y salir y entrar a una minúscula tienda donde uno apenas puede ponerse de pie causa nuevas incomodidades y dudas, hasta el punto de pensar en retirarse incluso antes del día de la prueba. Porque la mente puede ser nuestra mayor saboteadora. Por fortuna, el sol vuelve a salir y un té caliente más los paisajes de los riscos del Kilimanjaro y del Mawenzi ayudan a seguir adelante.

La noche anterior a la carrera, un moderado dolor de cabeza, que se pasará con un analgésico común, es el único efecto apreciable de la elevada altitud. Pese a esta aparente normalidad me pregunto si no tendría razón aquel masai y ya soy demasiado mayor, lento y débil para afrontar este desafío.
 
No falta mucho para descubrirlo, porque a las cuatro de la mañana, en plena oscuridad, iniciamos la carrera con una temperatura tan gélida que obliga a portar varias capas de ropa, incluyendo un abrigo. Vigilados en todo momento por guías que nos van siguiendo los pasos a cada uno, la primera sección de la ruta conduce al Kibo Hut (4.720 metros de altitud), el auténtico campo base de la ascensión final. Apenas está unos cientos de metros más alto que nuestro punto de partida, por lo que, salvo un tramo más exigente, la subida es tenue. Pero el camino es pedregoso y, debido a la oscuridad, es mejor caminar rápidamente en vez de correr. Antes de llegar al Kibo Hut empieza a clarear, con el alivio de poder desprenderse del frontal que cooperaba a que el dolor de cabeza fuera más intenso.
 

Glaciares del kilimanjaro

A partir del Kibo Hut conviene mentalizarse muy bien. Llega lo más complicado del recorrido. Una auténtica pared de varios kilómetros donde dar un paso ya supone un verdadero triunfo, a causa de la unión de la pendiente y la altitud. Hay que pararse a desprenderse de la ropa sobrante con la salida del sol, y sobre todo a descansar muchas veces, especialmente una vez rebasada la barrera de los 5.000 metros. Al final de este tramo está también la parte más técnica, debido a la aglomeración de pedruscos en los que se debe poner una especial atención, algo difícil a causa del aturdimiento suscitado por la altura y el esfuerzo. Lentamente nos acercamos a Gillman´s Point (5.685 metros de altitud), el final de este calvario. Conviene detenerse unos minutos para recuperar fuerzas, contemplar la panorámica sobre el Mawenzi y comenzar a atisbar los primeros glaciares del Kilimanjaro, aquellos que están condenados a la desaparición a causa del calentamiento global, según nos recuerdan constantemente los supuestos expertos.

Aunque la parte más exigente ha finalizado, la ascensión continúa. Ahora se trata de rodear el cráter (el Kilimanjaro es un volcán extinto) hasta alcanzar el punto más alto, el pico Uhuru (5.895 metros), con más glaciares asomando entre las nieblas a cada nuevo paso y con las condiciones casi árticas que se dan en el techo de África.

Kilimanjaro Map - Outlining The Best Hiking Trails (climbkilimanjaroguide.com)

En el descenso al Kibo Hut, por el mismo camino, sí es posible correr; primero de forma placentera, a pesar de la altitud, hasta llegar de nuevo al Gillman´s Point; después bajando por aquella pendiente infernal en línea recta por un terreno arenoso y resbaladizo. Más castigo para las rodillas. Una larga parada en el Kibo Hut permite avituallarse, cambiar de calcetines y ropa y evaluar las fuerzas para la etapa final, ahora por la ruta Marangu o Coca-Cola. Más fácil hasta el Horombo Hut, con muchos tramos para disfrutar corriendo; de nuevo más complicada, pedregosa y lenta hasta el final en Mandara Hut. La oscuridad ha regresado cuando consigo finalizar, después de casi quince horas de trayecto. Inmersos de nuevo en el bosque tropical, la temperatura es más cálida, pero en cambio la humedad es insoportable. En cualquier caso, uniendo las obras de dos escritores tan insignes como Hemingway y Javier Reverte, siento que el sueño de África ha culminado en las nieves del Kilimanjaro. Aunque lo más inmediato que queda después de la aventura sea el lujo de volver a gozar de una cama, una ducha, un retrete en condiciones y tantos aspectos de nuestra vida diaria que en ocasiones no valoramos en su justa medida.
 
Texto y fotos: Jorge González de Matauco, autor del libro En busca de los puertos míticos

 

SOBRE EL AUTOR

Jorge González de Matauco
Autor del libro “En busca de las carreras extremas“


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