CORRIENDO POR LA HISTORIA: Petra, Jordania
Por Jorge González de Matauco para carreraspopulares.com
En sentido amplio cualquier lugar del mundo tiene cabida en la expresión “correr por la historia”. Ya lo hagamos por las calles de una ciudad, por una carretera o por montañas y desiertos, siempre tropezaremos con la memoria de aquellos que pasaron por allí antes que nosotros. Pero seguramente habrá que convenir que existen determinados lugares que se adaptan con perfecta exactitud al término, porque en ellos el paso del tiempo se percibe con mayor facilidad, muchas veces disfrutando de espléndidos escenarios.
Petra, la misteriosa ciudad de los nabateos, es uno de esos lugares. Organizado por primera vez en 2009, el maratón de Petra ha sufrido algunas interrupciones (la de 2022 solo es la décima edición), no solo por la pandemia, sino también por motivos burocráticos, dado el entorno tan sensible en que se desarrolla. La organización corre a cargo de Albatros Travel, empresa pionera en viajes para corredores que cuenta entre sus propuestas con sedes tan atractivas como Groenlandia, Islandia, la Gran Muralla China o los templos birmanos de Bagan, entre otras.
https://albatros-travel.com/adventure-marathons
El viaje diseñado para el maratón de Petra se inicia a orillas del mar Muerto, en un lugar puramente de descanso, pensado seguramente como aclimatación a las altísimas temperaturas (43 grados a la sombra) con que nos recibe el final del verano jordano. Y a pesar de este bochorno, la primera idea que viene a la cabeza es que el desierto ya no es lo que era. Porque si en su día representó un reducto para eremitas que deseaban apartarse del mundo a base de oración y sacrificios, ahora es también un lugar de aislamiento para sibaritas, ya que los complejos turísticos del mar Muerto son fortalezas protegidas por incontables medidas de seguridad y dotadas de piscinas, yacusis y playas privadas para el placer de la clientela en el punto más bajo del planeta (420 metros bajo el nivel del mar). Claro que siempre se puede escapar de este ambiente y visitar, por ejemplo, el cercano castillo de Kerak, cuya interesante historia remite a las batallas entre los cruzados y Saladino.
Petra es ya el siguiente destino de la ruta. O más exactamente Wadi Musa, la localidad que proporciona servicios y alojamiento a los visitantes. Allí tiene lugar, en vísperas de la carrera, la sesión informativa en la que se recogen los dorsales y se reparten instrucciones y avisos sobre las características de las dos pruebas a celebrar, maratón y media maratón. Unos 250 corredores entre ambas carreras, procedentes de más de una treintena de países, forman el pelotón de atletas. Los participantes en el maratón tendrán que superar 1.070 metros de desnivel positivo y no sobrepasar el tiempo máximo de siete horas, con un corte de tiempo de cinco horas en el kilómetro 31 que será estrictamente aplicado. La carrera no estará cerrada al tráfico en el paso por carreteras, aunque en realidad el tránsito de vehículos será casi inexistente. Y la música estará prohibida en los cuatro kilómetros iniciales, durante la travesía por la Petra monumental. Una última advertencia recomienda tener cuidado con los perros sueltos, que pueden ser agresivos.
https://petra-desert-marathon.com/
El día de la carrera comienza muy temprano. A las cinco y media de la mañana, después del desayuno en el hotel, cuando todavía es noche cerrada, los participantes se concentran ante la verja de entrada al recinto arqueológico de Petra. Tras franquearla espera un recorrido de dos kilómetros hasta el punto de salida, primero 800 metros por una pista arenosa en la que ya encontramos algunos monumentos significativos, y después 1,2 kilómetros por el Siq, el estrecho desfiladero que es uno de los puntos culminantes de cualquier visita a la Petra fundada por los nabateos, el enigmático pueblo comerciante y caravanero procedente de sur de Arabia cuyas características están llenas de misterios, por cuanto no dejaron fuentes escritas. Petra y los nabateos alcanzaron su esplendor entre los siglos I a.C. y I d. C. Encrucijada del comercio caravanero procedente del mar Rojo y protegida de forma natural por inmensos acantilados, con la conquista romana Petra conservó cierta importancia, pero después entró en decadencia y en el siglo VII ya no era más que una ciudad ruinosa, perdida y olvidada. Hasta que Johann Ludwig Burckhardt, un explorador suizo disfrazado de árabe, la redescubrió para el mundo en 1812 y la abrió a nuevos visitantes, entre ellos el pintor David Roberts, cuyas litografías extendieron el mito de Petra y causaron la curiosidad de otros viajeros.
A medida que el Siq se comprime, crece la impaciencia a la espera de que emerja la fachada del Tesoro (El Khasnè), uno de los iconos turísticos más emblemáticos del mundo. Por muy insensible que uno sea a las maravillas del arte y la naturaleza, es difícil no quedar impactado ante la aparición de esa construcción perfecta excavada en la piedra roja del acantilado, una exquisitez nabatea con influencias griegas, romanas, sirias y egipcias. Queda aún casi media hora para la salida y es tiempo para hacer fotografías o, mejor aún, para gozar de este privilegio. Porque lo mejor de este maratón es sin duda la salida delante del Tesoro, seguida por los dos primeros kilómetros entre los templos, las tumbas y las construcciones de piedra que son características de Petra. Después el hechizo disminuye, mientras nos adentramos en una subida ya asfaltada que a continuación nos conducirá a pistas y senderos polvorientos con un paisaje nada despreciable en medio de las montañas rocosas y desérticas de Petra, dotadas de un excepcional y variado colorido, entre cabras, camellos y burros.
Tras el paso por Little Petra (kilómetro 13) las dos carreras se separan, y el maratón enfila un tortuoso itinerario de ida y vuelta por una carretera repleta de repechos rompepiernas. A estas alturas, pese a haber partido a las seis y media de la mañana, el sol calienta con fuerza y la temperatura llegará a alcanzar 36 grados a la sombra (y sombras en esta carrera hay muy pocas). Esa circunstancia se hace notar sobre todo a la vuelta de este tramo del maratón, cuando muchos corredores pagan una salida demasiado impetuosa.
A partir del kilómetro 30 se retoma el recorrido conjunto con la media maratón para encarar la subida más extenuante, una ascensión interminable que se prolongará durante varios kilómetros y que conducirá al techo de la prueba, a 1.400 metros de altitud (kilómetro 36). Allí se inicia un descenso muy escénico, con vistas al valle y a las montañas, que concluirá en Wadi Musa en medio de un calor asfixiante.
Una carrera de contrastes; lo mejor, sin discusión posible, la salida, los dos kilómetros iniciales y los paisajes de montaña. En el lado opuesto hubo quien se quejó de los avituallamientos, de un agua demasiado caliente, de la escasez de comida o de que los kilómetros de propina del maratón resultaron monótonos y de escaso interés. Ciertamente, si alguien quisiera participar en esta carrera y me pidiera consejo, le recomendaría la media maratón, que reúne en su recorrido los lugares de mayor impacto cultural y paisajístico del maratón.
Quien desee correr de verdad al lado de los deslumbrantes monumentos de Petra mimetizados con su escarpado relieve, seguramente encontrará mayor satisfacción en diseñar su propia ruta a través de caminos como el propio Siq, o los que conducen al Deir (Monasterio), a la tumba de Aaron (Jebel Haroun) o al Altar de los Sacrificios (con subida desde el Teatro y regreso por Wadi Farasa completando una ruta circular). Todos ellos permitirán deleitarse con espléndidas vistas y escapar de las multitudes y las llamadas comerciales de los beduinos, salvo en el caso del Deir, también muy frecuentado y explotado.
La empresa organizadora ofrece dos opciones para alargar el viaje, una cultural y otra llamada de aventura, ambas muy recomendables. Pero por razones laborales solo dispongo de un día más y, ya en solitario, me dirijo al desierto de Wadi Rum, el desierto de Lawrence de Arabia, un tipo de personalidad compleja, excéntrico y torturado, que se convirtió en el emblema de la rebelión árabe en el curso de la I Guerra Mundial. Una excursión de cinco horas en una rudimentaria camioneta faculta para descubrir algunos de los parajes desérticos más extraordinarios que quepa imaginar. Un teatro de arena y roca del que emergen imponentes montañas erosionadas de múltiples y cambiantes colores; un decorado que incluye cañones, panorámicas y puentes naturales de piedra, así como la posibilidad de obtener sosiego y protegerse del sol en las tiendas de los beduinos. Al menos en un sentido Wadi Rum resulta más gratificante que Petra: hay mucha menos gente. Y es también un lugar a considerar para un cazador de carreras por parajes de relumbrón. Porque el Wadi Rum es escenario al menos de tres competiciones que prometen emociones fuertes: Wadi Rum Full Moon Desert Marathon, Jordan Impact Marathon y Ultra X Jordan (por etapas).
https://adventure.treks.jo/marathon
https://www.impactmarathon.com/products/run-the-ancient-desert
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